(RELATO DE FICCIÓN)
Francisco –Filarmón para sus cercanos– escribe en su blog: mañana celebraré mis 232 años. Tengo numerosos invitados a una pequeña fiesta que programé en el viejo restaurant Liguria, el de ahí de Providencia. Al fin no todos los días alguien cumple esta edad, aunque hoy por hoy es cada vez más frecuente.
Aquellos invitados que estén lejos y que no puedan venir, por distintas razones, les sugiero enviarme saludos a través del correo de este blog o vayan al link que daré mañana para que asistan a mi fiesta en forma virtual.
Al día siguiente, Filarmón recibe un mail intrigante: “No sea tonto, señor, nadie cumple esa edad ni la cumplirá. Alguien que pudiera llegar a 232 años de vida no tendría amigos ni parientes directos. Para una persona ficticia como ésa, su tiempo ya expiró, por tanto es absolutamente desconocida y tú, Francisco, no sigas escribiendo sandeces como éstas. Adiós”.
El festejado terminó de leer el mensaje y movió la cabeza lleno de incredulidad. El autor de la nota no debió ser un amigo próximo, porque de haber sido así le habría escrito Filarmón. Es cierto que todos sus parientes directos murieron hacía ya varias décadas, hijos, nietos y bisnietos incluidos, ciertamente también todos los amigos de entonces. Pero, eso no significaba para él soledad, en modo alguno.
Francisco tiene una enorme cantidad de amigos y conocidos nuevos. Con su peluquero se ve todos los meses, quien se preocupa porque las canas de su cliente luzcan blancas y no amarillentas. Todos los días saluda al suplementero, escribe cartas a El Mercurio, la mujer encargada del servicio de la casa le prepara sus guisos favoritos, en la farmacia de la esquina le tienen su medicamento empaquetado y se lo entregan cuando lo ven llegar. Una tataranieta única y lejana lo pasa a saludar todos los sábados, está plenamente informado de todas las noticias. Francisco conversa con el cura de su parroquia, quien sí le dice "amigo Filarmón".
Para él, la vida transcurre fresca y entretenida, disfrutando de la naturaleza y de todos los chiches nuevos de la tecnología. Además, le ofrecieron trabajo. Una editorial le pidió que escribiera un libro crítico con su experiencia sobre el gobierno de la Concertación, coalición política de gobierno que se vino abajo y que al final fue muy vilipendiada.
Filarmón piensa que el autor del mail intrigante estaba súper equivocado. ¿De dónde sacó que no se puede vivir bien más allá de los 232 años? Es cosa de imaginarlo, pues. Uno perfectamente puede hacer una fiesta de aniversario y decirle en broma a sus amigos invitados que cumple esa edad. No pasa nada... ¡Qué tipos más faltos al sentido del humor!
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