Thursday, September 08, 2005

Le propongo una idea al Transantiago



Por una u otra razón tuve que dejar de ir al gimnasio. Lo lamenté hasta que me di cuenta que ya no lo necesitaba. Lo que ocurre es que uso todos los días el transporte público de superficie, vulgo micro. Y como ando en las horas punta, voy siempre de pie, colgado de la barra de hierro atornillada al techo.

Hagamos la prueba y verán que tengo razón.

Subo a la micro y el chofer pone la máquina en movimiento. Me tengo que agarrar de donde sea para no caer al piso, no irme de espaldas hacia la calle y no soltar las monedas para pagar el pasaje. Todos los músculos de mis piernas se tensan. Mis manos se aferran. Así comienza la gimnasia.

Un profesor de educación física me recomendó que era bueno precalentar haciendo bicicleta o trotando un poquito. Entonces, que mejor que avanzar por el pasillo. El chofer sigue acelerando, lo que me obliga a ir corriendo hacia atrás. Sin querer me detengo bruscamente, cuando el conductor pisa el freno. Porque el frenazo contrarresta mi inercia y así vuelvo retrocediendo. Precalentamiento listo.

Ya ubicado, es como estar en una máquina de gimnasia específica. Mis pectorales se exigen al máximo, para inclinarme hacia delante y no caer sobre los asientos cuando la micro dobla en la esquina. Luego, se tensan todos los músculos de mi espalda, cuando la maniobra es la contraria. Otro frenazo, las pantorrillas y los tríceps se activan de nuevo.

Cuando viene un vendedor de cualquier cosa le doy la pasada apegándome a los asientos. Mis abdominales se contraen violentamente. Transcurre media hora de trabajo gimnástico acompasado antes de bajar cerca de mi casa. Hay que alongar antes de la ducha, me dijo el profe. Qué mejor que bajar en puntillas los peldaños del bus, apretujado entre pasajeros sentados en la escalerilla. El salto a tierra es el estirón final, antes de una marcha relajada, etapa final de la gimnasia en la micro.

¿No sería una buena idea que el proyecto Transantiago elimine los asientos de los nuevos buses y así todos hacemos gimnasia juntos y al mismo tiempo?

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I introduce a good idea to Transantiago

For some reason I am no longer going to the gym. I regretted it until realized I didn’t need it. It happens that I use the bus every day. I always go standing up, because of the public transportation are crowded at rush. So I travel hanging from the bar up to the roof.

Let’s try and you will find that I am right.

I get on the bus and the driver starts moving. So I must grasp to anything. If not I’ll fall down, fall out of the bus or loose the control over the coins to pay de ticket. All the muscles of my legs are tense, while my hands remain grasping some bar. In that moment, gymnastics start.

A teacher recommended me that it was good to preheat biking or trotting a little bit. I go forward through the aisle. The driver accelerates again, so I have to run, because of the impulse. He stops and I go back. That means the preheating is ready.

When I finally can stabilize my body is like to be working in a specific gymnastic machine. So my pectorals muscles are tense because of the bus’ movements. I bend against the seats. The driver turns in a corner, my back muscles are tense now. He breaks violently. My legs suffer. My triceps tense now.

For all of that, I suggest that it would be an excellent idea to remove all seats from the new buses of Transantiago project. So passengers could attend to the gym simultaneously while travelling.

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