Monday, December 09, 2019

EL ESPEJISMO DE ESO QUE ELEGIMOS


         Vamos al supermercado a comprar lo que necesitamos. Elegimos las cosas y las echamos al carro. Volvemos a casa encendemos la tele. Las noticias. Las vemos, las oímos y después las comentamos. Que no se nos olvide que la próxima semana son las elecciones. Tenemos que elegir a nuestra autoridad. Mientras pienso en esas cosas que hay que hacer, oigo la linda música de esos tiempos en mi radio. Soy libre, difruto la vida.

       Pero, analicemos estas situaciones particulares que conforman el conjunto de nuestras vidas, diríamos, de una persona promedio, feliz. Sigamos, en el super elegimos los alimentos que buscábamos ya por calidades o por precios. ¿Pero, esa persona escogió realmente o alguien eligió esas cosas de comer antes para ponerlas en oferta? No nos queda otra opción que aceptarlo. Ese desconocido decidió lo que yo compré. Por tanto, mi dieta me la preparó otro. Vamos con las noticias. ¿Es lo que veo y oigo lo que verdaderamente me interesa? Claro que no. Alguien armó el noticiario y decidió cuál era el mensaje que yo debía recibir. O sea, me construyeron una realidad sin mi consentimiento según el afán o el deseo de otra persona y yo la consumí.

       Las elecciones de las autoridades políticas son un hecho relevante. A votar la semana que viene, según este modelo que estamos comentando. ¿Por quién me inclinaré? Las opciones no son muchas y la oferta no calza con un nombre que me gustaría. El menú lo estructuraron los partidos políticos a su pinta e interés. Ellos eligieron por mí antes que yo marque el voto. No tengo alternativa.

         Y termino este pensamiento mencionando la música que escucho. Responde a lo que llaman la parrilla de la radio, que fue armada por alguien y que se me ofrece para que yo la oiga. Y la oigo. No elegí eso, otro lo hizo por mí antes.

         Al final, esto es como los fouls en el fútbol. Comete una falta, descalificadora o no, quien llega atrasado a la jugada con la intención de agarrar la pelota. Es lo que nos ocurre. Llegamos siempre tarde aunque no cometamos falta. Otros se nos adelantaron, yo no elegí nada, sólo recogí algo ya seleccionado. Así es la vida en sociedad, vamos a la zaga. Porque al revés parece que no funciona.