Tuesday, March 26, 2019

SUEÑOS VERSUS PRAGMATISMO



         En una oportunidad participé en una actividad social que organizó la Embajada de Estados Unidos en Santiago. Todo muy bien, ambiente distendido, nada de política, más bien pequeñas conversaciones y cuentos de la vida diaria. El agregado comercial de la representación diplomática se incorporó a mi grupo y esperó su turno para narrar una experiencia con uno de sus hijos. «Me ha dicho que quería estudiar ballet y practicarlo. A lo que le respondí que me parecía bien, si tomaba en serio esa disciplina», dijo el funcionario. Y agregó que el muchacho se incorporó a los cursos y que durante un par de meses seguía muy entusiasmado. «Fui a verlo bailar en la escena, no estuvo mal, pero le dije que quería tener una conversación con él», continuó el agregado comercial norteamericano. «Le dije, es cosa tuya, pero yo como papá debo decirte que si no vas a ser un bailarín de nivel superior así como Rudolf Nuréyev mejor abandona eso y estudia otra cosa...» Hasta ahí lo que nos contó esa persona, sonreímos, nos miramos y el grupo se metió en otros temas.
         Hace pocos meses miré por la televisión argentina una larga entrevista que le hicieron al actor chileno Benjamín Vicuña. Le preguntaron de todo: su separación, sus hijos, etc. En este punto Vicuña recordó que uno de ellos, el mayor de los hombres, le dijo: «papá, yo quiero ser un futbolista profesional». El actor afirmó que lo sorprendió la propuesta y le dijo que entrara en una escuela de fútbol. Un día se acercó a una cancha para verlo jugar y cuando terminó el partido habló con él cuando salía del camarín. «Mira, hijo, si no vas a ser como Messi o Cristiano Ronaldo mejor mentalízate y haz otra cosa», más o menos recuerdo que eso dijo Vicuña por la TV.
          Lo divertido fue que el actor contó la respuesta del hijo: «Es cierto que no soy bueno para jugar a la pelota, papá. Pero, en el fútbol también tienen que haber jugadores malos».
       Bien, este cierre del episodio narrado por Vicuña en TV, diríamos «un cuento redondito», lo omitió el funcionario norteamericano. No supimos qué le respondió su hijo bailarín... y tampoco ninguno de nosotros se lo preguntó.