Thursday, June 25, 2020

ECHO DE MENOS EL GENTÍO


            Aquello que el tribunal llamaba castigo terminó siendo la rutina de los inocentes. Hoy el arresto domiciliario en realidad es la cuarentena para todos. Se sancionaba a un club por el mal comportamiento de su hinchada, obligándolo a jugar sin público, en partidos de local. Ahora las primeras ligas del mundo disputan sus partidos con los estadios vacíos. A un alumno por mal comportamiento lo mandaban para la casa, hoy todos los estudiantes del colegio están confinados en sus hogares siguiendo clases a distancia.

       Ato estas 3 coincidencias para considerar la amenaza del virus, con razón o sin ella, como el castigo que vino de alguna parte. Unos lo piensan así. para otros eso es inaceptable. Pero, lo cierto es que estamos metidos medio a medio en la pandemia, sin escapatoria, con apenas un poquito de confianza que aparecerá por fin una lucecita al final del túnel.
        Pero, el foco de mi comentario va en otra dirección. Apunto a la importancia del grupo humano, de los conglomerados, del gentío, ése que precisamente hoy debemos evitar.
   Los grandes partidos de ligas europeas sin público son espectáculos pobres. Si bien, las habilidades individuales y el profesionalismo colectivo de los jugadores y los equipos se aprecian igual, sin público en las graderías... ni un brillo.
    Con las clases a distancia pasa algo parecido. Los profesores hablándoles a un dispositivo electrónico (PC o móvil) no a alumnos vivos y presentes convierten la clase en una lectura monótona. Porque el maestro para no perder el hilo lee. Se presenta con apuntes, mira la hoja y lee. Las clases presenciales llevan la exposición de las materias a la espontaneidad. Eso no lo consiguen los dispositivos.
      Si esto prosigue por más tiempo, con estas nuevas formas de vivir con llave y bajo amenaza la humanidad estará retrocediendo en sus logros alcanzados con tanto sacrificio. ¿Podremos de nuevo caminar a nuestras anchas por las calles, los caminos, los medios de transporte como lo hacíamos hasta antes de marzo de 2020? Como el trauma es inmenso, tengo algunas dudas.

Wednesday, June 24, 2020

NO LE PONGAN PRECIO A LA HISTORIA


         Aquel hombre de unos 49 años, vestido como cualquiera persona, no tenía nada de extraordinario, un sujeto del montón. Ingresó a las oficinas del diario, ubicadas en Maipú al llegar a Colo Colo en Concepción, como a las 3 y media de la tarde, en el momento en que el edificio estaba casi vacío porque los trabajadores salían tarde a almorzar y el grueso de la gente no había regresado. La secretaria, sin consultármelo, lo condujo a mi despacho, porque el desconocido quizá qué cuento le habría dicho. Luego de recibirlo, actué como se conduce uno con un extraño y le ofrecí asiento.

         «Nunca pensé que esto iba a ser tan fácil, que me dejarían entrar así no más», pensó el sujeto sin despergarme la mirada. No sonreía, porque no tenía la pulcritud de una persona educada cuando la reciben en casa ajena. O quizá esa cara adusta pudo ser por puro nerviosismo. A mí no se me cruzó ningún pensamiento a priori sobre ese hombre común y corriente sentado al frente. Y me dispuse a escuchar sus razones. «Debe ser lo de siempre, una aflicción, una injusticia», imaginé a la primera. Y seguí pensando: «una queja contra alguna autoridad, una denuncia por mal trato en el trabajo, un llamado público para ubicar a algún familiar extraviado, o algo por estilo». Jamás pasó por mi cabeza lo que el sujeto me diría a continuación.
             Se produjo ese silencio típico antes de entrar en materia. «Por fin podré hacer un negeocio aquí y así reunir la plata que me hace falta.¡Qué buena idea se me ocurrió!», fanfarroneó el hombre en sus adentros antes de romper el fuego. Los ojos le brillaban como si tuviera algo valioso entre manos. Por esa actitud de expectativa se me ocurrió que podía tratarse de algo interesante, fuera de lo clásico en este tipo de cuestiones, y le dediqué toda mi atención.
         –Señor le solicité esta audiencia–, comenzó diciendo con harta convicción, actitud que no se condecía con su aspecto de una persona humilde– para ofrecerle a su diario, digamos, un negocio.
Debí abrir mucho los ojos porque el hombre al notar ese cambio en mí, lanzó su primera sonrisa. Y luego se puso serio de nuevo. Le pedí que continuara.
        ‒El negocio que le ofrezco es simple y puede ser muy ventajoso tanto para ustedes como para mi‒ prosiguió hablando con fluidez y aplomo, hecho que agrandaba la brecha entre su forma de hablar y su apariencia tan venida a menos. Esa falta de coherencia me puso a la defensiva. «Aquí la cosa no se ve transparente, qué será lo que quiere este tipo», pensé metido de lleno en la conversación. Él entendió, de seguro por la forma como lo miraba, que debía ir rápido al grano.
         –Usted podría aumentar las ventas de su diario, en especial los domingo y yo ganar algún dinero extra. Bueno ésa es la idea del negocio (sonreía por segunda vez demostrando que entendía de esos asuntos). Advirtió de inmediato que no me inmuté por su oferta, que en realidad aún en me la había planteado. ‒A ver, dígame el asunto–, lo apuré sin rodeos.
        ‒Señor, a su diario quiero venderle la historia de mi vida, con todos sus derechos.
      Me sorprendió sobre manera. Y sin responder lo escruté en silencio tratando de descubrir algo en él que justificara la oferta que él creía era un asunto comercial, editorialmente hablando. En su cara yo no distinguía ni una facción de un Napoleón, un Caupolicán, un Cervantes, un Manuel Rodríguez, como para despertar un mínimo interés de parte de los lectores del diario. Y él tampoco me dijo algo de su vida que hubiera cambiado mi opinión. Además no tenía nada escrito por él, había que hacerle el trabajo, o sea...
RICK HARRISON, actor
        Muchos años después al ver capítulos de la serie de televisión norteamericana «El Precio de la Historia» me devolvió a la memoria ese encuentro en el diario, que he narrado y que terminó en nada. Y puede que ese negocio no se haya materializado quizá por la convicción que la Historia no tiene precio. Nadie puede arrogarse derecho a fijarle un valor en dinero a una pieza histórica, porque debemos respetar el sufrimiento, la sangre o la vida de las personas que participaron de su construcción, su custodia o su conquista. Y si se llegara a un acuerdo entre las partes éste debe ser en privado y no en televisión. Es indigno ver como una reliquia se convierte en objeto de lucro. En ese momento el dinero le pone el pie encima a la Historia. Eso también aplica a «la historia de mi vida».

Monday, June 15, 2020

CIERTA POLÍTICA SE PARECE A LA PORNOGRAFÍA


          Es fácil imaginar que los protagonistas de producciones de pornografía deban dejar guardado su pudor en el camarín antes de actuar. Voluntariamente desprovistos de vergüenza, tienen  la cancha abierta para participar en cualquier exceso con sus cuerpos, ya sea en un estudio, ya sea en la calle. Si alguien se atreviera a representarles su falta de decoro, de seguro responderían “es una actividad profesional, como otra cualquiera”.
           Es triste admitir que en el campo de la política la cosa no parece tan distinta. Para actuar como un político profesional, un protagonista tiene que estar dispuesto a desprenderse del pudor. De ese modo me puedo explicar que algunos de ellos ni se pongan colorados al ser sorprendidos in fraganti; por ejemplo, que les demuestren contradicciones inadmisibles, acciones de cohecho, “raspado de la olla” u otros. Al contrario, responden en forma sonriente, subrayando la ironía; o mostrando acritud y alguna frase rebuscada.
         Para trabajar en política hay que despojarse de la vergüenza y demostrarlo. Porque, me da la impresión que sólo así se puede subsistir en ese medio tóxico. El sentir pudor, achuncharse, ponerse colorado es propio de los que no estamos en la élite.
        Por eso creo que el pudor o la vergüenza es un don que recibió el ser humano para no pasarse de la raya, para mirarse al espejo, corregirse y mantener la compostura moral. En política o en pronografía da lo mismo.

Sunday, June 07, 2020

MI LECTURA DE LAS PINTURAS RUPESTRES

PINTURA RUPESTRE antiquísima descubierta en una caverna de Indonesia,
muestra una escena de caza.
(The Economist).

           Leo que descubren en una remota cueva de Indonesia pinturas rupestres que datan de unos 43 mil años. Serían las más antiguas de las que se tiene conocimiento. Las imágenes muestran animales y seres humanos, estos últimos provistos, al parecer, de unas cuerdas o lazos. Eso parecen decir las pinturas que desatan la curiosidad de los científicos y el interés de la gente por saber más de los antiguos. Pero, como este hallazgo aún está en fase de evaluación, correspondería mirar este arte prehistórico teniendo en consideración que el ser humano cuenta historias desde sus albores como especie viviente.
               Muchos de mis lectores, al igual que yo, escuchamos alguna vez que el sentido de esas pinturas era mágico, es decir que el hombre primitivo pintaba animales en la esperanza de poder cazarlos a campo abierto después de realizado el trabajo de pintar. Era un asunto previo. Si una vez lo oímos en la sala de clases hoy también lo podemos leer en algunos papers de internet, en los que se inclinan por este propósito premonitorio de buena suerte a través de la magia.
             Si ponemos en duda esa hipótesis, podríamos sostener lo contrario, que las pinturas fueron hechas después de haber cazado esos animales. Y nuestro argumento responde a una lógica básica que de seguro nos acompaña desde nuestros primeros días sobre la faz de la tierra. Veamos un ejemplo, si usted va a pescar se prepara antes y su esperanza es capturar peces, pero no se propone “voy a pescar un pez de estas características, tamaño, peso y aspecto”. No, simplemente va a pescar a lo que resulte. Entonces, volviendo a las pinturas rupestres, pienso que ellas son un relato de lo que ocurrió en la cacería, son una narración de lo bien que nos fue, de las piezas de capturamos y de las que se nos escaparon. Que las pinturas sean historias de caza o de pesca contadas a su manera por esos hombres prehistóricos, para mí tiene más sentido.


Saturday, June 06, 2020

LA LIGEREZA DE LA PIRÁMIDE INVERTIDA


           En todas las escuelas de periodismo del mundo se enseña la técnica del relato en un formato de pirámide invertida, planteamiento que implica jerarquizar una noticia según la importancia de los elementos: lo más relevante arriba y lo menos, abajo. Según sus cultores esta fórmula le permite al lector ganar tiempo porque conoce lo que interesa en el instante mismo en que empieza a leer y también le da la libertad de abandonar la lectura en cualquiera parte del texto a sabiendas que lo que viene es de relevancia menor.
               La pirámide invertida es, entonces, el sello del periodismo, del llamado periodismo informativo. Así es aceptado.
         Pero, si miramos estas cosas de una manera más fina llegaríamos a la conclusión que la parte aguda de la pirámide invertida no es menos interesante que lo que está arriba. Porque es el punto de apoyo de toda la estructura que la precede.
RENÉ GIRARD (1923-2015)
Mucha filosofía, por ejemplo se construye sobre la base de un solo punto de apoyo, la parte aguda de la pirámide. Por ejemplo, el filósofo francés René Girard edificó todo su pensamiento siguiendo el modelo de la pirámite invertida. En la parte más aguda, o sea, abajo puso su premisa fundamental: el deseo mimético (el objeto de deseo no es deseado por uno solo, sino también por un tercero). Todo lo que dijo después, lo que escribió se sustentó en eso, en un solo punto.
        De allí que, a modo de conclusión, no miraría tan a la ligera la pirámide invertida señalando que lo menos importante está abajo. De pronto, es allí donde se funda todo.