Friday, April 27, 2007

EL SUR TAMBIÉN EXISTE

Es comprensible el temor y el nerviosismo de los ayseninos por las fuerzas de la naturaleza. Quieren salir de allí, dejar sus casas, sus vidas y sus historias. No es para menos, por los fuertes temblores y las olas gigantes. Por experiencia y por cultura chilensis, sabemos de eso, que no es agradable vivir con esa tremenda presión sobre los hombros.
 
Me sorprende la pasividad de las autoridades y del resto país frente al drama de nuestros compatriotas. Los primeros se han enfrascado en una lucha política, olvidando el dolor de esa gente, más preocupados de ellos mismos. No han sabido llevar aliento, optimismo, energía. No han levantado al país en una gran cruzada de solidaridad. No han organizado nada comunicacional, de contenido humano para aliviar las tensiones de nuestros sufridos ayseninos.
Cuando digo que el país no se ha inmutado, me refiero a los medios de comunicación. No han ideado, por ejemplo, secciones con saludos de personajes, del pueblo, de trabajadores, de profesionales, para enviarlos a través de las pantallas de manera que los sureños se sientan acompañados y noten que todo Chile los apoya en su sufrimiento. ¿Por qué los noticiarios centrales no terminan su edición cada noche con una voz de aliento, con testimonios reales de tanta gente que quiere ayudar, que quiere mandar cariños, besos a estos ayseninos abandonados?
En Estados Unidos, por ejemplo, la cadena AFN, envía periódicamente saludos a sus soldados en ultramar, de actores de cine, de políticos, de gente común, choferes de taxi, vendedores de supermercados y una infinidad más, para levantarles la moral.
 
En este sentido, me preocupa este atolondramiento nacional, esta insensibilidad de quienes tienen la manija de los medios de comunicación, de los pensantes sentados en escritorios en La Moneda. Es lamentable. Por esta razón se me viene a la memoria esa canción de Joan Manuel Serrat, con letra de Mario Benedetti: “El sur también existe”. Saludos amigos anónimos de Aysén. Aquí va un trocito de la canción:

Pero aquí abajo, abajo, cerca de las raíces donde la memoria

ningún recuerdo omite y hay quienes se desmueren, y hay

quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un

imposible que todo el mundo sepa que el sur,

que el sur también existe.

Tuesday, April 24, 2007

SI TAN SÓLO ALGUIEN HUBIERA TENIDO UN ARMA

"Dos maneras de protegerse de un ataque violento".
Un amigo me dijo que la trágica historia de la Universidad Virginia Tech habría sido otra, si alguno de los estudiantes abatidos por las balas del criminal --o al menos uno de los tantos testigos presentes en el campus--, hubiese tenido un arma.

Pero, los hechos fueron como fueron, y hoy solamente oímos lamentaciones. Si al igual que el sujeto que compró las armas y las municiones para realizar su juego infernal, otro estudiante, en sus cabales, hubiera adquirido una pistola o un revólver para portarlo en su mochila, habría sido capaz de dejar al asesino fuera de combate antes de que aquel matara a todos los que mató.

La misma persona que me hizo este comentario, me recordó un antiguo adagio estadounidense que dice que es mejor tener un arma para enfrentar al mal, que adquirirla después de los acontecimientos.

Sin embargo, le rebatí diciendo que si siguiéramos esta lógica, al final todos deberíamos portar armas. Y mi amigo, muy juicioso y ya de edad mayor, me respondió que efectivamente sería lo mejor, porque así los delincuentes o los asesinos lo pensarían dos veces antes de actuar.

El sudcoreano que disparó en Estados Unidos procedió con la cobardía propia de un enajenado que sabe que sus víctimas estaban indefensas. En realidad, el razonamiento de mi amigo tiene mucho sentido.

Tuesday, April 17, 2007

EL ORGULLO INCONDUCENTE DE LOS TREINTONES


     Una persona de La Moneda me dijo que equipos de treintones diseñaron el proyecto Transantiago, con las consecuencias de todos conocidas. Trabajaron durante meses en sus computadores hasta que llegaron al producto que sustituyó el sistema de transporte público de las micros amarillas. La idea de hacerlo era buena, pero no como lo hicieron.
        Sin embargo, mi asunto de análisis no es ése, sino aquello que está detrás.
      Posiblemente el lío del Transantiago, que ahoga al gobierno, cae en el espacio de la lucha generacional, donde hombres y mujeres que pisan los treinta creen que les llegó el turno de tomar las riendas del manejo de la sociedad. Una persona en los treinta considera que ya lo sabe todo, por tanto actúa, con abierto desprecio por la experiencia. Este fenómeno social, a mi juicio, es nuevo, porque la historia nos dice que en los proyectos antiguos los jóvenes ponían la energía y los viejos o los consejos de ancianos aportaban con la experiencia.
     Por tanto, estimo que existe una torpeza treintona que emana del orgullo propio de esa edad promedio, de no saber escuchar, de no comprobar, de falta de vivencia. Entonces vemos jóvenes ejecutivos arrogantes y, por cierto, grandes metedores de pata. Así cuando dejan la embarrada, salen los políticos a poner la cara o a bajar el perfil al problema.
    El problema del Transantiago  es un ejemplo patente de la egolatría treintona, sustentada en modelos teóricos, lejos de la realidad. Quienes pagamos las consecuencias somo quienes esperamos horas en los paraderos, viajamos colgando en las micros, guerreando con otros pasajeros, a garabato limpio con los choferes.
     Y de la torpeza treintona tengo más ejemplos, que omitiré por el momento.
   Pero, como aquí no estamos para quejarnos, propongo que en la educación básica, media y universitaria se abra un espacio para enseñar a las futuras generaciones que tomen conciencia del peligro del «síndrome treintón», porque las embarradas, fruto del mal orgullo, hacen sufrir a millones de personas. Sólo así podríamos atenuar otros «resbalones» del porvenir.

Friday, April 13, 2007

ME TINCA QUE SÍ, ME TINCA QUE NO


Hace años oí que los médicos eran más o menos certeros dependiendo de su género. En este sentido el pálpito femenino se convertiría en un plus para diagnosticar y para combatir enfermedades siguiendo un camino distinto al que intentaría un hombre. Se me grabó esto de las doctoras instintivas, quienes con la ciencia como base, se lanzaban a tratar los males humanos con el arma de su instinto.
Esta propiedad psicológica, vinculada a las emociones, también ha sido objeto de estudios. Así, entonces, existe un instinto gregario, uno de supervivencia y otro de reproducción; añadiendo algunos estudiosos un cuarto instinto: el religioso.

Por lo que he averiguado, ningún investigador ha incluido en la clasificación científica el instinto político.

En consecuencia como no hay asidero, hoy en día presenciamos una polémica por la afirmación de nuestra Presidenta, quien declaró que su tincada le decía “no pongas en marcha el Transantiago”. Ella es médico y mujer, o sea tiene el plus para diagnosticar con un poquito de más certeza que un hombre.

Pero, no hay que mezclar las cosas, el rol de médico instintivo valdría para las enfermedades, no para la cosa pública. Por eso, nuestra Presidenta es objeto de fuego cruzado desde adentro y desde afuera.

No se puede gobernar para tanta gente siguiendo el dictado de los instintos. Lo más aconsejable es seguir el método científico. Las tincadas hay que dejarlas para jugar al Loto.