Sunday, January 20, 2019

ES DISTINTO HABLAR QUE ESCRIBIR

Foto tomada de www.lamenteesmaravillosa.com

           El lenguaje humano es un misterio. Su origen está perdido en la prehistoria, según nos dice Bertrand Russell. Y nos agrega que ni siquiera podemos estar seguros si primero fue el habla o la escritura. Para los efectos de la ciencia, se acepta como el inicio de la Historia la invención de la escritura y se sugiere, en forma arbitraria, una fecha indeterminada unos 3.000 años antes de Cristo.
          El habla y la escritura son las dos caras de la moneda de la lengua. Este complejo entramado de las palabras y sus significados es un terreno donde muchas ciencias convergen. Por ejemplo, están los lingüistas que van más a la forma que al fondo; los fonólogos que se preocupan del sonido de la voz. Los psicólogos que buscan conductas detrás del lenguaje. Los gramáticos analizan las estructuras de la lengua. La lista es larga. Pese a los esfuerzos por desenredar todo esto, hay todavía una nebulosa en la relación entre pensamiento y palabras.
         Lo que sí está claro es que la escritura es definitivamente externa a la persona que la usa. La escritura representa al sonido que emite la voz, el que a su vez representa al pensamiento. Sin embargo, hay un aspecto interesante en todo esto que comparto con mis lectores. En el caso de la escritura, por ejemplo, no hay ninguna forma gráfica que diga que la palabra tal o cual deba pronunciarse con una entonación determinada. En cambio sí hay la obligación de escribir las palabras por separado (*). Quien escribe debe crear espacios entre palabra y palabra. En cambio en el lenguaje oral no existe ningún fonema que marque esos espacios de separación. O sea, cuando hablamos, simplemente pegamos todas las palabras…  
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Ideas extraídas del libro "De la Gramatología", de Jacques Derrida, edit. Siglo XXI, 1971, cap. II Linguística y Gramatología.

* (Salvo, por razones técnicas,  una dirección web, ejemplo la lectura de foto de arriba). 

Thursday, January 17, 2019

CUANDO SE VA EL VERANO

Foto @roycampos (Verne, El País).

             Entre el verano y el invierno, el sol va y viene siguiendo su camino en el cielo. En el estío pasa sobre nuestras cabezas y en junio (hemisferio sur) se inclina hacia el horizonte y nos proyecta su luz en forma lateral. Va y viene, pero no hace el mismo recorrido. O sea, viene por una huella pero regresa por otra.
            Esa es la razón por la que después del 21 de diciembre la posición de la luz y la proyección de las sombras es distinta a la que se observa en primavera. Por eso muchos se lamentan con razón «se nos va el verano» porque sienten que algo hace distinto el alejamiento del sol hacia el horizonte norte que cuando se acerca a nosotros.
            Los especialistas llaman analema a este fenómeno. Y lo han demostrado tomando fotos, en forma sistemática durante el año,  del desplazamiento solar en el cielo o fotografiando la proyección de su luz en el suelo.
      Por estas razones son diferentes la primavera del otoño, porque el sol, debido al movimiento de traslación de la tierra, no cruza por los mismos puntos del cielo. Su camino de vaivén forma un 8 tumbado, figura que curiosamente a la vez, equivale al signo convencional de infinito.
Foto @Jesuspelaez89 (Verne, El País)