Thursday, June 29, 2006

LO POSIBLE FRENTE A LO PROBABLE

       Las cosas que son posibles nos causan esperanza o temor. Y adquieren la categoría de «posibles» si nos consta que hayan sucedido; o sea, estamos ciertos que tales eventos pueden repetirse. Las cosas probables, sin embargo, están más distantes. En esta diferencia se basa la distinción entre la tragedia y la poesía clásicas. Las primeras causaban temor o piedad porque los hechos narrados eran posibles; las segundas nos hacían meditar sobre cuestiones generales, porque abordaban asuntos probables.
      Pero, vamos a las cuestiones concretas. La mayoría no había visto un tsunami hasta el año pasado, cuando la televisión mostró esas imágenes terribles del mar enloquecido barriendo poblaciones enteras con sus moradores en balnearios tropicales del Índico. Si el desastre se produjo allí, también puede ocurrir acá. Ésa es la lectura.
      Estamos seguros que alguna vez un enorme cometa o tal vez muchos asteroides cayeron sobre la tierra causando la muerte de millones de seres vivos. Esos episodios horrendos cambiaron el rumbo de la historia. Si esa pesadilla ocurrió ¿puede producirse de nuevo? Tal vez.
      Si un solo hombre, por distintas circunstancias, se hace poderoso y tiene en su mano todos los ejércitos, puede pretender dominar el mundo. Hace apenas poco más de sesenta años uno de nuestra especie hizo el intento y hoy sabemos el costo en vidas humanas de esa locura. Si la guerra fue posible entonces, por esa causa, bien podría ocurrir otra vez.

      Hoy vemos en la televisión grupos aprendices de nazis haciendo su juego, copiando métodos, predicando sus sueños. Son organizaciones marginales, cuyos integrantes exhiben poco seso. Pero, de esa misma manera florecieron en Alemania a finales de 1920, con los resultados de todos conocidos. Si inferimos desde la perspectiva de la tragedia griega, tenemos que aceptar que el desenlace de esta trama es una cuestión posible.

(Foto www.stern.de)

Wednesday, June 28, 2006

NUESTROS ABUELOS NOS INVITAN A SU MESA


       La globalización podría dejarnos sin comida. Nuestro afán de copiar ha hecho cambiar nuestros hábitos alimentarios. Siguiendo esas pautas hemos ido de lo mejor a lo peor. Así, en lugar de comer bien hacemos lo contrario y lo que es más triste, no lo disfrutamos. Recuerdo que antes ir a la mesa era un relajo, un placer.
            Hay iniciativas privadas, que por su trascendencia, deberían convertirse en políticas públicas, como por ejemplo, la alimentación saludable. La Universidad Católica, la Asociación Chilena de Seguridad y Dole, empresa productora de hortalizas y frutas, firmaron un acuerdo para recuperar la alimentación mediterránea en nuestro país. Esto es una dieta abundante en ensaladas y la comida casera tradicional.
      Chile perdió esa costumbre de nuestros ancestros y hoy la obesidad, por el desorden alimentario, es el mal de la modernidad. Por su ubicación geográfica, nuestro país, dispone de alimentos de naturaleza mediterránea, igual que California, el sur de Australia, Sudáfrica y la cuenca del Mediterráneo.
     Estudios médicos descubrieron hace cincuenta años que los países bajo ese régimen de comidas presentaban menos enfermedades y eran longevos. Y se determinó que la razón era su dieta, que se denominó mediterránea. Pero, con la globalización Chile fue perdiendo el hábito y derivó en lo que es hoy: mucha comida chatarra y porquería.
    Una estrategia privada para recuperar nuestra tradición es entregar dietas mediterráneas en los casinos de las empresas. De esta forma serán los trabajadores los que experimentarán los saludables resultados, menos obesidad y menos problemas vasculares. Así serán ellos los que lleven el hábito a sus casas y de esa forma, se espera que nuestra población vuelva a nuestras ricas y recordadas comidas antiguas.

Tuesday, June 20, 2006

LA TECNOLOGÍA: ¿AGUAFIESTAS DEL FÚTBOL?

JOSEPH BLATTER
       Joseph Blatter  se opuso ─por ahora─ al empleo de imágenes de televisión para apoyar a los árbitros. Su postura es coherente, porque si la autoridad de la FIFA da luz verde a esta propuesta, se armaría la grande en el campo de juego. ¿Cuándo correspondería revisar y cuándo no? Sin los videos, el juez resuelve de acuerdo a lo que vio o lo que vieron sus ayudantes.
    Alguien me podría rebatir diciendo que estoy contra la tecnología. ¿Por qué apoyo y aliento su empleo en todas las actividades humanas salvo aquí? Porque cuando una cosa funciona bien, como es el trabajo del juez, lo importante es mejorar y no complicar. Usar los videos significaría todo un procedimiento complejo que atentaría contra el espectáculo. Habría que detener el juego, todos mirarían las imágenes grabadas y cada cual emitiría su juicio, lo que se convertiría en un foco de más discusión. Las apreciaciones las podemos tener todos, pero el fallo es potestad de uno solo.
      Los supuestos afectados desafiarían al árbitro ver las imágenes. Así, emplearlas durante el partido para juzgar podría dejar en ridículo y despojaría de autoridad al más pintado de los jueces. No existe una constante de errores en los cobros tan escandalosos como para recurrir necesariamente a los videos. Un árbitro sabe que su fallo tiene que ser ecuánime, acorde con el reglamento, porque hay cámaras encendidas. Una mala decisión suya inocente o intencionada queda grabada. Está expuesto a que lo denuncien más tarde en las noticias y en los comentarios. Ellos tienen también una reputación que resguardar y mantener su empleo.
    Los videos cobran valor después, porque de lo contrario se trastornaría todo. Un ejemplo: una pelota cruza la línea de meta y un defensor rapidísimo la saca antes que el juez se dé cuenta. ¿Es gol o no es gol? Aquí no hay discusión por lo siguiente: no porque el balón llegue a la red y lo grite Carcuro es gol, sólo es tal cuando el árbitro lo confirma. Volvamos a nuestro ejemplo, advertido por los reclamos el juez detiene el juego y pide revisar el video. Ve que la pelota entró. Lo consulta con sus ayudantes. Anota en su libreta. Pasan unos segundos de tensión e indica la mitad de la cancha. Es gol. ¿La emoción sería la misma?
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(Post scriptum (2019): la tecnología se probó, se reglamentó y funcionó. Pero, la pregunta del final de mi texto están aún sin respuesta).

Wednesday, June 14, 2006

LA CULTURA DEL ULMO Y LA CULTURA DEL ASCENSOR

Un ulmo, en el área de Ensenada, Región de Los Lagos.
Detalles de la flor sin peciolo del ulmo.
          En un camino vecinal de tierra me detuve frente a un hermoso árbol que me sorprendió por lo alto, por sus hojas verde brillantes, pero por sobre todo, porque estaba todo cubierto de abundantes flores sésiles blancas. Mientras lo contemplaba, vi de reojo que en sentido contrario se acercaba un jinete. Cuando pasó junto a mí le pregunté:

        ¿Este árbol es un arrayán? Y apunté con mi mano hacia el follaje. El jinete, un señor mayor, muy delgado, de manta y sombrero detuvo su caballo, no miró al árbol y se dirigió a mí:

          «Buenos días, señor», me dijo. En ese segundo sentí vergüenza por no saludar antes de preguntar. (¡Qué falta de educación!).

           Traté de arreglar las cosas y le dije, buenos días amigo y el viejo giró la cabeza hacia donde yo apuntaba mi dedo. «Es un ulmo», señor, me dijo. Sonreímos y nos despedimos. Yo seguí mi camino y el veterano agitó las riendas de su caballo que reinició la marcha meneando la cola.

            Fue una lección de urbanidad aprendida en medio del campo.
         En la capital voy a mi trabajo. Para llegar debo usar un ascensor. Ingreso y busco una ubicación en los tres metros cuadrados, entre harta gente. Se ve que son personas educadas. Pero, ni yo ni ninguno de los pasajeros del ascensor nos saludamos. Entonces se me viene a la mente el viejo del árbol florido. Si él ingresara también al cubículo de seguro que saludaría en voz alta «Buenos días». Y yo apostaría a que todos miraríamos para otro lado.

Tuesday, June 13, 2006

LOS LADRONES DE LIBROS



         Don Emilio Benavídez fue un periodista, que alcanzó su máxima notoriedad como director de prensa radial a la cabeza del equipo que producía y ponía en el aire El Correo de Minería, un programa de alcance nacional. El espacio incluía noticias duras y hartos comentarios políticos llegando a ser el más influyente y el de mayor sintonía. Hablo de finales de la década de los sesenta.
      Años más tarde, don Emilio llegó a TVN, donde se desempeñó como editor de prensa. Un hombre de bajo perfil, riguroso en el escribir, con una bella caligrafía aprendida en el Colegio Alemán de Valdivia. Tenía una apariencia dura en la interacción, pero descubriéndolo estaba lejos de ser lo que parecía. Cultivaba un humor político refinado, gran observador y capaz de intuir lo que se avecinaba.
     En TVN tuve el agrado de encontrarme con don Emilio. Luego de algunos años de trabajar juntos, lo conocí más a fondo y he aquí por qué sentí la necesidad de compartir esta pequeña historia, muy sutil, que una vez me ocurrió en mi trato con él.
   Frecuentemente un señor pasaba vendiendo libros por el canal. En prensa tenía dos clientes fijos: Jorge Argomedo y yo. Cada uno compraba, pagando en cuotas, algún ejemplar de interés. En una oportunidad don Emilio vio toda esta operación informal, desde que el librero desplegó su oferta hasta que nosotros elegimos y nos quedamos con los volúmenes. Yo adquirí dos y Jorge algunos más que él guardó de inmediato en su cajón con llave; los míos los dejé sobre mi escritorio.
    Terminada la jornada, nos retiramos. Le hice dedo a don Emilio y salimos del canal en un taxi rumbo a Plaza Italia, sector donde él vivía y para mí, el punto preciso para tomar locomoción. Nos bajábamos del auto cuando me acordé que se me habían quedado los libros.
    Le expliqué mis temores de que alguien pudiera tomarlos, porque por mi oficina transitaba mucha gente, entre periodistas, camarógrafos, productores, choferes y otros. «No te preocupes, hombre», me dijo quietamente a modo de consuelo y con una sonrisa cómplice que anticipaba la broma bien intencionada. «Conociendo a esa gente como la conozco, te garantizo que cualquier cosa se te podría perder, menos un libro. Yo me preocuparía si se me quedara alguna barra de chocolate, una botella de bebida, alguna camisa recién comprada. Pero, dime ¿quién se interesaría por llevarse un libro en prensa de TVN?»
     En medio de las risas nos despedimos.

LAS LECCIONES QUE NO QUEREMOS APRENDER

(Foto: Río Petrohué en junio de 2006)
      La Naturaleza tuvo la gracia de regalarnos un país cíclico, que nosotros no queremos aceptar. Se desprende de lo que comprobamos en cada temporada, a cada momento.
  Veamos, sabemos perfectamente bien que desde mediados de abril y hasta avanzado el invierno, en días de buen tiempo no hay vientos y que se produce un fenómeno de inversión térmica. O sea, el aire no circula con la velocidad que quisiéramos, por lo que baja su calidad. Y éste no es sólo un problema urbano. Los invito a que recorran la ruta cinco sur en este tiempo y verán smog casi ininterrumpido hasta Puerto Montt.
      Su consecuencia son las enfermedades respiratorias. Imágenes en televisión: cabros chicos llorando en los consultorios con vaporizadores como máscaras.
   Las lluvias de junio, por moderadas que sean, causan inundaciones. ¿Cómo cruzar las calles anegadas? Es un problema. Si precipita más fuerte, se llueven las casas modestas. Condición, que estén recién inauguradas.
      Pasa el invierno y llega la primavera. Sobreviene otro problema conocido: los plátanos orientales comienzan a arrojar su polen. Desde agosto ya hay una brisa constante, en septiembre aquélla permite encumbrar volantines y en octubre el viento desparrama la pelusa de los árboles por la ciudad, lo que trae consigo las alergias.
    A pesar de la ventaja que se nos ofrece de conocer el ciclo, hemos hecho poco como sociedad para morigerar los efectos. Nos falta previsión, no actuamos antes que el problema sabido se nos venga encima. ¿Qué ocurriría si no lo supiéramos? Es esta mentalidad la que podría mantenernos encadenados al subdesarrollo por más que luzcamos una macro economía boyante o que la mayoría de nuestras empresas e instituciones aprueben las normas ISO.

Friday, June 09, 2006

REMEDIO PARA MELANCÓLICOS(*)


     El olvido puede ser un remedio o la prueba que se ha pasado de una situación a otra. Unos dicen: demos vuelta la hoja; otros: etapa superada; algunos: eso es cosa del pasado; y los menos: de eso ni me acuerdo.
    Pero, hay páginas de nuestra historia personal que quedan eternamente abiertas. Leí en un diario un artículo que hablaba de las nostalgias de algunas treintonas, que no sueltan a su Hello Kitty ni cuando se duermen. Hace un par de días otro informe de prensa decía: sexo a los once años y adolescencia hasta los 27 y más allá.
     Hay una o dos generaciones que se quedaron pegados en la Guerra de las Galaxias. Imagino que el responsable, George Lukas, sabrá que marcó a fuego a millones de jóvenes, hoy adultos. Por eso, a veces vemos en los escritorios de oficinas réplicas de arturitos, czripios, chewbaccas o Yodas. Lucir un casco negro del maestro Vader brinda aun más estatus. Cualquier hombre de un poco más de treinta años agradecería y hasta se conmovería con un regalo de estos íconos.
     ¿Qué pasó entonces? ¿Esas personas no dieron vuelta la página?
   Creo que el asunto es como la música popular, que tiene temporalidad y contexto histórico. Oír discos antiguos muy de tarde en tarde nos evoca aquel momento preciso y especial; pero el escucharlos todos los días desvirtúa el mensaje cálido del recuerdo. Así, esa música adopta otro sentido y deja de representar el valor que pudiera guardar si la oyéramos en dosis bajas.
    Pienso que para los seguidores de la Guerra de las Galaxias los arturitos ya no son lo mismo y para el caso de las Hello Kitty, tampoco. Tener estas imágenes frente a sí a cada rato es una aspirina, remedio para melancólicos, porque la historia y los contextos ya pasaron. Los que se quedaron pegados son como los niños mayorcitos que no sueltan el chupete.

(Foto: Newsweek, septiembre de 1999)


(*Este título lo copié del cuento de Ray Bradbury)

Wednesday, June 07, 2006

EN EL FÚTBOL LA SALUD NO ES EXIGENCIA PARA TODOS


        La FIFA no quiere sorpresas deprimentes en el mundial que se inicia mañana viernes. Como, por ejemplo, que se muera un jugador en la cancha. Ni tampoco pruebas positivas por uso de drogas prohibidas.

        Los organizadores no quisieran ver las imágenes de un Marc Vivian Foé agonizando en la cancha, como ocurrió en 2003 en la Copa Confederaciones; ni a un Maradona del brazo de una norteamericana rumbo a hacerse los exámenes químicos.
      Haciendo uso de una táctica proactiva, la institución del fútbol ordenó que su propio equipo médico emitiera certificados de salud del corazón y de los riñones de los integrantes de cada equipo. Pero, estas medidas apuntan también a la dirigencia deportiva. Son una advertencia para que sean rigurosos en el autocuidado referido al dopaje.
    De todas maneras, quienes quedan fuera de estas medidas de seguridad y salud exigidas por la FIFA serán los seguidores del fútbol. ¿Cuántos ataques cardíacos se registrarán alrededor del mundo durante el desarrollo de los partidos en esta copa?

Tuesday, June 06, 2006

NEGOCIAR BAJO PRESIÓN NO ES NEGOCIAR


        Una norma de buenas prácticas defendida por la Organización Internacional del Trabajo, OIT, dependiente de Naciones Unidas, es que en ningún caso en que haya intereses en juego, se debe negociar bajo presión. La premisa se la escuché ayer a Guillermo Pérez, representante en Chile de esa agencia internacional, durante una presentación titulada: Diálogo Social, una Visión de la OIT.
           Y me pareció que esta idea viene muy al caso, a la luz de las movilizaciones estudiantiles y el proceso de entendimiento que sus dirigentes mantienen con el gobierno. No se puede negociar bajo presión si se busca el beneficio para ambos protagonistas de esta crisis.
           Sin embargo, la presión existe por ambas partes: los estudiantes salen a las calles a manifestarse pacíficamente unos; violentamente otros. El gobierno los intercepta con carabineros con luma y sin luma. Si nos apegamos a la cita de la OIT, el fruto de un diálogo bajo esas circunstancias no sería provechoso.
          El ex Presidente Lagos dijo que «éste no es el Chile que queremos ver. Lanzar piedras corresponde a otra época». A diferencia de Bachelet que avaló las protestas pacíficas como un derecho democrático, Lagos las dejó de inmediato fuera de contexto. La historia es otra, los tiempos que corren son diferentes. Su intervención fue una parada de carro en seco a los revoltosos.
        Los tiempos son los del diálogo con participación de todos los actores, aunque no todos piensen lo mismo, aunque no estén de acuerdo. Por eso es bueno recordar lo que una vez dijo el Premio Nacional de Ciencias, Humberto Maturana: es el momento de oír al otro desde la perspectiva del amor al otro.

Friday, June 02, 2006

DEL DERECHO AL HECHO


       Mi amigo estadounidense, Bruce Atwood, me dijo una vez que le desagradaba nuestra conducta chilensis de pasar sobre los derechos de los demás. Se refería a que él necesitaba circular por una calle que fue temporalmente cortada al tránsito, para permitir el desarrollo de una carrera de ciclistas. «No puede ser, esto es un abuso de la autoridad. Así no entiendo la democracia», se me quejó.

       Pero, eso fue hace tiempo.
    Dos días atrás le oí al ministro del Interior, Andrés Zaldívar, decir algo parecido. «Hay que proteger los derechos de otras personas también, no sólo los de los estudiantes». Se refería sutilmente a que las manifestaciones de secundarios obligaron a cortar el tránsito en el más concurrido sector de la Alameda.
     Aunque no nombró a nadie por su actividad, el ministro incluía a los vendedores de maní, a los suplementeros, los establecimientos de comida rápida, los oficinistas del sector ─entre los que me incluyo─, el comercio, el metro, las micros, los taxis, los automovilistas, la gente que tiene que hacer trámites en el sector. Todas las personas de esas actividades y sus usuarios vieron conculcados sus derechos, por las manifestaciones callejeras.
      Los reclamos de los jóvenes parecen justos, pero yo me refiero a las movilizaciones. Quiero traer al primer plano el malestar y las pérdidas económicas de esas miles de personas anónimas que en un santiamén vieron arrebatados sus derechos por los muchachos que creen tener chipe libre para tomarse recreo en las calles. Por eso me acordé de mi querido amigo Atwood. Cuánta razón tenía respecto de nuestra conducta chilensis.