Friday, December 30, 2005

Otra pincelada de Penco


LA LEYENDA DE LA LAGUNA DE LA COÑA

Por Manuel Antonio Palma Ruiz

En el comienzo de la calle Bellavista y nacimiento de la calle Freire, en lo alto y que en esos tiempos pertenecía al fundo Playa Negra, lugar donde se cree que el conquistador don Pedro de Valdivia fundó su primer fuerte y la Concepción del Nuevo Extremo, existía un gran pozón de aguas límpidas y cristalinas. Este ojo de agua de hermosa redondez tendría un ancho de unos 20 metros y sus riberas cubiertas de pasto trébol, que en el tiempo de primavera invitaba al baño y con razón más fundada en el tiempo de los grandes calores estivales.

En la quebrada que baja hacia el mar, estaba cubierto de mebrillales y otros árboles que con su sombra convertían para nosotros, los muchachos de ese entonces, en un verdadero paraíso y por lo tanto era nuestro balneario, el que lo considerábamos de nuestra propiedad.

En esta laguna realizábamos grandes eventos náuticos, como carreras a nado y enseñanza a nadar a los grupos de menores. Varias veces combatíamos a piedra limpia con los muchachos de Playa Negra, los que sin nuestra autorización se atrevían a ocupar nuestro lugar de esparcimiento y se producían roturas de cabeza en las contiendas. Muchas acusaciones llegaban a la Escuela por estos intercambios de pedradas, pero nunca se identificaba al personal beligerante, por miedo a las consecuencias que esto produciría.

Para concurrir a este balneario no era necesario llevar traje de baño y se practicaba el nudismo total entre los niños para disfrutar mejor del aire refrescante.

Casi todos estábamos en la edad de 8 a 12 años y como el territorio de que hablo distaba del centro poblado, no era problema con ese traje estar tirado sobre tan fragante pradera.

A este ojo de agua se le llamaba Laguna de la Coña, por lo que contaban nuestros abuelos.

En tiempos de la Colonia, como en las casas no había servicios de aguas conducidas (agua de llave ni alcantarillado) la gente de la población iba a lavar al río Penco o a la laguna, los que quedaban más cerca.

Se dice que una señora española que tenía una hijita de meses fue un día a lavar a este sitio y que cuando se encontraba atareada en su labor, la guagua se movió y cayó a las aguas y su madre en su desesperación se lanzó para rescatarla ahogándose con su hijita.

Como a los españoles en Chile se les dice “coños” esa era la razón del nombre de esta laguna, la que después del terremoto del año 1939 fue siendo llenada con basuras y hoy desaparecida, sólo quedan recuerdos de ella.

(Nota de N.Palma: la laguna citada en este relato estaría ubicada en el cerro que se observa al fondo de la fotografía. En primer plano, la proyección de calle Freire, de Penco.)

Wednesday, December 28, 2005

¿Y CÓMO ES SU VOTO?

Voto duro: no es que sea de acero o de concreto. Se le dice así porque representa una voluntad alineada con la decisión del partido. Es el voto que los candidatos ya tienen en el bolsillo. Voto indeciso: que no es ni fu ni fa. Es el elector clave que buscan los candidatos, puesto que es aquel que se decide cuando entra en la cámara secreta para votar. Puede ser el voto más caro de la campaña, especialmente por el desgaste de energía y dinero para captarlo. Pero, tiene la gracia de volcar una elección. Voto esquivo: No es un conejo arrancando a campo traviesa. A diferencia del indeciso, es aquel voto que está decidido, pero carece de convicción, esto es que se puede dar vuelta la chaqueta. Requiere de constantes mensajes de parte del candidato, para no virarse a último momento. Para el aspirante presidencia es un logro harto sufrido. Voto útil: no es que sirva para todo, como por ejemplo, para abanicarse o para encender el fuego para un asado. Es una variante de voto duro que sirve al candidato para el propósito de ganar, nada más. Voto histórico: No se imagine usted un voto convertido en monumento en la Alameda. Lo emite el ciudadano que jamás ha cambiado de posición, siempre a la derecha o siempre a la izquierda. Aquí los candidatos no tienen nada que hacer, chao. Voto acomodaticio: Es como el voto útil, pero al revés, porque le sirve a quien emite el sufragio. Por ejemplo, el elector dice que votará por tal o cual, dependiendo de quién le haga la pregunta. (Los candidatos no deberían confiar en este tipo de voto.) Voto de confianza: Es la preferencia por una persona con quien se simpatiza, sin esperar nada a cambio. Es un voto de gratitud. Voto callado: No es un voto amordazado. Esta tipología la inventó Lavín al decir que contaba con ese elector anónimo, separado del ruido, aquel que no opinaba ni respondía a encuestas. Es parecido al voto duro. (Sin embargo, a juzgar por la experiencia del ex aspirante presidencial de la UDI, no es un voto de fiar, ojo.) Voto de castigo: Puede ser un trago amargo. Es un sufragio orgulloso, cargado de emociones y sentido de venganaza. Lo malo es que este voto nos afecta a todos por igual. Debe ser el sufragio más incómodo para los candidatos y para el sistema. Pero, encierra un mensaje. Voto arrepentido: No es el voto en el confesionario o frente al juez. Normalmente esta calificación se produce después de sufragar, y se da especialmente entre aquellos que votaron por un postulante no electo. Los candidatos en campaña no deberían enfocarse en este tipo. Voto de compromiso: No tiene forma de anillo. Es casi un voto forzado. Se lo reconoce después de sufragar y es generalmente en respuesta a un favor ya recibido, no por una promesa. Las paleteadas de los candidatos ayudan en estos casos, pero puede ser muy oneroso y de saberse, es posible que estalle un escándalo. Voto popular: No es un voto dando un concierto de rock. Así le llaman, imagino, al sufragio que proviene de las poblaciones, de las chusmas. Porque también podría ser el voto que surge espontáneo a causa de la popularidad del candidato, aunque esto no lo creo mucho. Voto no: ¿Quién en Chile no votó por el no? Voto sí: No he oído a nadie decir que sufragó por el sí, a pesar que esa opción obtuvo cerca de 40 por ciento.

Tuesday, December 27, 2005

Del olvido, Magallanes vuelve a la palestra


En los años sesenta oí un comentario radial del periodista Mario Gómez López en el que se refería al Canal de Panamá, para entonces bajo administración estadounidense. Él decía que, por tratado, los norteamericanos entregarían esa vía interoceánica a sus legítimos propietarios, los panameños, en 1999.

Ciertamente el comentario radial sumaba fuerzas para que el Canal fuera traspasado al gobierno de Panamá antes de esa fecha. Cuando los estadounidenses dejen de ganar dinero por los servicios de la vía y la devuelvan, los barcos van a pasar volando como los helicópteros entre un océano y otro, decía con sorna Gómez López.

Llegó el año 99 y los gringos arriaron su bandera del Canal. Hasta el día de hoy, los barcos no atraviesan por el aire. Lo que no se dijo en aquel lejano comentario fue que la vía quedaría obsoleta. Hoy leo un cable de Ciudad de Panamá que anuncia la incapacidad del Canal para seguir atendiendo el paso de navíos a partir de 2013. Como el tamaño de los cargueros sigue aumentando, llegará el momento en que el Canal quedará chico. Y eso ya tiene fecha.

La misma información añade que en su reemplazo, la carga será enviada a sus destinos usando el Canal de Suez. Pero, eso no es tan simple. ¿Cuán segura es esa vía sin tener que afrontar un altísimo costo contra atentados terroristas? La respuesta lógica sería que la mejor vía para el tráfico interoceánico es nuestro Estrecho de Magallanes. Creo que Chile deberá estar preparado y disponer de toda la capacidad estratégica para mantenerlo como un corredor seguro.

Friday, December 23, 2005

NO PIDAMOS LO IMPOSIBLE A LA TECNOLOGÍA


        Olvídense que la tecnología nos va a resolver todos nuestros problemas. Si bien la ficción científica, expresada en las revistas, las novelas y el cine nos presentan mundos increíblemente imaginativos, no todo será posible.
       Esta semana conversé con un galardonado cardiocirujano. Le pedí su opinión sobre el corazón artificial que habían implantado médicos argentinos en una niña hacía dos días. Me explicó que si bien era un adelanto en la cirugía, aún ese aparato no era la solución definitiva.
     Y en seguida me dijo algo que me sorprendió por la simpleza: «sin duda con el avance tecnológico, llegará el día en que esos corazones mecánicos serán superiores aún que los mejores que podamos tener latiendo en el pecho».
      Moví la cabeza y no estuve de acuerdo. Porque afirmar eso es lo mismo que pensar que la tecnología es un tonel sin fondo, lo que puede ser un grave error. Incluso un extraordinario escritor de ciencia ficción, quien además era químico, Isaac Asimov, pisó el freno:
     Dijo que no porque alguna vez imaginamos un modo de volar y después construimos el avión, podremos hacer realidad todo lo que creamos que es posible. Simplemente hay cosas que no se harán nunca, la máquina del tiempo, entre ellas.
    Puede ser una actitud arrogante o inocente confiar en que los avances científicos nos traerán todas las soluciones que necesitamos, como un regalo del viejito pascual. Hay progresos que son posibles y otros que no están autorizados.


Wednesday, December 21, 2005

Humana Emergencia en la Torre

Comparto con ustedes mi reciente conversación con un amigo de 66 años, cuyo oficio es uno de las más singulares: torrero.

La especialidad consiste en instalar, mantener y reparar torres de comunicaciones. Esto es construir las estructuras elevadas donde se colocan las antenas.

Según mi amigo, su oficio es una cuestión genética, de familia. Lo inició su padre carpintero en 1926. Todo comenzó, cuando le encargaron preparar dos varas de 16 metros de largo. Él las entregó bien pulidas y barnizadas a sus clientes e, intrigado, se quedó para ver en qué las usarían. Observó que las clavaron en el suelo y que entre las puntas extendieron un alambre, como para tender ropa. Cuando conectaron el extremo del cable que llegaba al suelo a una cajita de madera, se comenzó a oír una radio…

A partir de ese momento el padre de mi amigo dejó la carpintería, para seguir haciendo varas largas por su cuenta e instalar a pedido, antenas receptoras. El negocio era un boom en 1930. El paso siguiente fue convertirse en torrero, y eso ocurrió cuando le pidieron una estructura más alta, para una emisora.

A los 16 años mi amigo subió por primera vez a la cumbre de una torre metálica de 250 metros. Por orden de su padre tenía que terminar allá arriba trabajos para radio Cooperativa Vitalicia, en La Florida. Lo ascendieron por un huinche. A los diez minutos llegó a la punta. Había que tener pana para no ser presa del vértigo.

Desde entonces, mi amigo se lo ha pasado encaramado en las torres. No teme a la altura, pero la respeta. Jamás ha sufrido un accidente de trabajo, salvo en su casa, donde se cayó de una escalera fracturándose las piernas. Tardó un año en volver a la posición vertical y a subirse a las torres.

Fruto de este accidente tuvo problemas para conducir, al quedar temporalmente sin fuerza en el pie izquierdo. Pero, se las ingenió. Recortó el mango de una pala y con él oprimía a mano el embrague de su camioneta para meter los cambios. Una vez en su lugar de trabajo, bajaba con muletas y se agarraba de los fierros de las torres. Ya en las alturas no necesitaba los apoyos porque el peso del cuerpo lo traspasaba a las manos, como Tarzán.

Mi amigo ya camina normalmente otra vez. “Trato que no se me note la cojera”, me dijo entre serio y risueño. Y la verdad es que pasa “piolita”.

Me narró la siguiente anécdota de alturas: “Por apuro tuve que contratar a una persona en Valparaíso, quien me aseguró que sabía el oficio. Yo tenía que instalar una antena de 200 metros de altura en Temuco en forma urgente. El colega me confesó allá que aquella sería la primera vez que subiría tan alto, pero que no sentía miedo. Lo eché adelante y yo subí de atrás. Íbamos pasados de los cien metros cuando el hombre se abrazó a los fierros. Se quedó pegado y le vino una tremenda indigestión. No pudo continuar, entró en pánico y tuve que ayudarlo a bajar. No le cuento cómo quedamos. Lo fleté altiro de vuelta a Valparaíso”.

Tuesday, December 20, 2005

Esa Aburrida Piel de Ladrillos Falsos


Los dueños de empresas constructoras y los compradores de departamentos son quienes potencian una moda que terminará por cansarnos. Lo hacen, incluso, contra la opinión de los arquitectos. Y como en cualquiera edificación, las inversiones son muy altas, tendremos que asumir los efectos secundarios del éxito presente, por muchos años. Me refiero al uso de la palmeta imitación ladrillo con que se revisten casi todos los edificios modernos.

Mi hijo arquitecto me dice que, como todas las modas, esta tendencia terminará agotándose. Pero, entonces vendrá otra.

En el intertanto, pareciera que no hay edificio nuevo que se precie que no adopte la piel de ladrillos. Las constructoras dicen orgullosas “es que da estatus”. Pero, claramente es un abuso. Y esas empresas tienen una responsabilidad estética sobre el aspecto de la ciudad, que están descuidando.

El problema es que como las ventas funcionan bien con la piel de ladrillo, ¡vamos con más ladrillos! Si nadie la pone coto, la ciudad terminará mimetizándose con ese ocre rojizo ceniciento propio de las palmetas en cuestión.

El génesis del problema es, sin duda, la falta de creatividad. Porque el éxito, en este caso de la moda del ladrillo, bloquea otras opciones y como la producción aumenta, el costo es la monotonía. ¡Basta de ladrillos falsos, por favor!

Monday, December 19, 2005

EMOTIVOS RECUERDOS DE PENCO

La Compañía Refinería de Azúcar de Viña del Mar, CRAV, tenía una planta en Penco. Mi padre, Manuel Palma, trabajó toda su vida en dicha empresa, que nosotros, los penquistas, llamábamos la fábrica o la refinería. Hoy no existe, pero alcanzó gran desarrollo. Diríamos, que sus trabajadores tuvieron un buen pasar: casas bonitas y confortables, un recinto para veranear, buses para los escolares, un orfeón, una división de menores, una cancha empastada con graderías, gimnasio, un club de fútbol. En una revista local, allá por los setenta, Manuel Palma escribió algunos simpáticos artículos que han resultado ser una pintura descriptiva de lo que fue mi querido pueblo en la primera mitad del siglo XX. Aquí les presento el primero de ellos. La foto de la izquierda la tomó mi hija, Lorena. En la imagen de la derecha, aparece Manuel posando junto al muelle que describe aquí, probablemente en 1940.
 
CUANDO PENCO TENÍA UN MUELLE 
  Por Manuel Antonio Palma Ruiz 

El viejo muelle de la Refinería de Azúcar de Penco entraba al mar en una longitud de unos 450 metros, en el nacimiento de la calle Talcahuano. Estaba iluminado por el lado de la travesía (oeste) en toda su extensión; su construcción era de pilotes de rieles dobles, amarrados con fuertes abrazaderas de fierro a sus vigas de madera, como en igual forma su piso. En el extremo terminal en el mar, donde atracaban los remolcadores con su lanchaje, había tres grúas para su carga y descarga, las que comúnmente se les llamaba “burros”. En ese extremo también había un estanque de agua dulce y una oficina para que atendiera los trabajos un empleado de la Empresa, una garita en que se guardaba el material de maniobras, como bozas, estrobos, etc. Sobre su piso había dos líneas férreas y por ellas las pequeñas locomotoras del ferrocarril interno, corrían con agilidad, remolcando carro planos cargados con sacos de azúcar cruda amarilla y brillante, que llegaba en los barcos de la Compañía Sud-Americana desde el Perú, Ecuador y otros países. Entre estos barcos recuerdo al “Aysén”, “Mapocho”, “Imperial”, por citar algunos, los que lucían en su proa un delicado mascarón pintado de blanco. (Estos barcos eran llamados por los habitantes de Penco “vapores perros”, ya que cuando sonaban sus sirenas, las que eran bastante estridentes, hacían llorar a todos los perros del poblado y sus alrededores). Cuando había embarque o desembarque de azúcar se trabajaba febrilmente de día y de noche y era entonces cuando las locomotoras imprimían más velocidad a su marcha, cubriendo el cielo, con sus negros penachos de humo, atochadas sus pequeñas carboneras con carbón del Mineral de Lirquén. Iban y venían desde el muelle a las bodegas o a la Fábrica para depositar la mercadería. Los nombres de estos pequeños monstruos de acero con pequeñas ruedas, pero con voluntariosas bielas y con hombres que con mano firme las conducían eran “Laurita”, “Olga” y “C.Wernecking”. En la temporada de verano eran fotografiadas por los turistas. Adquirieron gran popularidad y con su continuo pitar daban una nota de gran colorido a nuestro pequeño pueblo de aquellos tiempos. Este muelle no sólo servía para el descargue de azúcar para la Fábrica; en él se descargaba fruta de la Frutera Sud-Americana y se embarcaba azúcar elaborada, la que los barcos distribuían en cajones a lo largo del litoral para endulzar la vida de los chilenos. La CRAV contaba con remolcador y lanchaje propios, como también fondeadero de naves. Debido a lo bajo de la bahía, fondeaban a unos 500 metros del muelle y esta distancia la cubría el remolcador con sus lanchas a la cola, ya fueran cargadas o vacías, en su trabajo de rutina del barco al muelle o viceversa. Entre los remolcadores que le daban más colorido a esta cinta de hierro y madera que entraba al mar, figura en el recuerdo el “Penco” por lo bonito de su forma, su pintado y conservación, que lo convertían en un barquito de ensueño, sobre todo para los niños de la Familia Refinera. Entre los barquitos miniaturas que cargaban azúcar elaborada están latentes en mi recuerdo tres la Compañía Armadores de Lebu, que por su poco calado atracaban al muelle para llenar sus ventrudas panzas con materia elaborada y entregarla a comerciantes establecidos en el Golfo de Arauco. Estas naves no pasaban de los 15 metros de eslora y sus colores eran: casco negro, casitas blancas y chimenea amarillo ocre. Los nombres de los componentes de esta flota liliputiense eran: “Lebu”, “Tomé” y “Tirúa”, que con sus timones en manos de veteranos lobos de mar nunca le temieron a temporales, por muy bravos que fueran. Cuando estaba anunciado un barco y éste aparecía a la distancia, comenzaban a dar pitazos, tanto el remolcador como las grúas para que las autoridades de la Gobernación Marítima y funcionarios de Aduana fueran a su recepción pertinente. Además estos pitos servían de llamado para el personal que trabajaría en las faenas que se empezarían a desarrollar desde ese momento. En la temporada de verano la Refinería otorgaba permiso, sobre todo en las noches, para que la gente pescara, y centenares de cañas extraían la sabrosa merluza, que abundaba y hacía más placentera la estadía de algunos veraneantes que disfrutaban de este grato y bello deporte. El varadero, donde se reparaba el equipo flotante, quedaba al lado del puelche (este) del muelle y el ruido continuo de las herramientas de los picasales, caldereros, herreros, carpinteros de rivera y pintores, daban al sector un movimiento de existencia de pequeño astillero. Un día crudo de invierno de 1945, un temporal desatado en forma inclemente, azotó nuestra costa, fue entonces cuando nuestro muelle tocó a su fin, siendo destruido por la furia del oleaje, a vista de todo el pueblo, sin haber nada que hacer para salvarlo. Desde 1945, los refineros y penquistas han seguido esperanzados en que algún día se construya otro en su reemplazo. 

RESPUESTA A GABRIELA: Gracias por su comentario, Gabriela. Manuel escribió harto y yo trato de acopiar ese material, para que todos disfrutemos esas cosas que parecen perdidas. Los recuerdos de nuestros padres nos conectan con nuestras raíces, ¿no le parece?. Saludos.

Friday, December 16, 2005

EL FIN DE LA INFANCIA


    Vivir en la incertidumbre es una característica de la postmodernidad, nos dicen a modo de consuelo. Pero, no nos enseñaron a enfrentar esta circunstancia.

       Desde el punto de vista social antes, la mayoría vivía en la certeza: trabajo estable, sueldos a tiempo aunque no abundantes, vacaciones en el verano, jubilación después de pasar 30 años en una misma empresa.
       Se vivía también al ritmo de las estaciones del año: en verano ensaladas de tomate, sandías, porotos granados. Carne de cerdo y frijoles con rienda en invierno.
      Pero, llegó la globalización y todo cambió. No existen fuentes de trabajo estables, las vacaciones si es que las hay, se toman cuando sea, las ensaladas de tomate se sirven en las mesas todo el año. Desde el sótano de esta nueva era, la incertidumbre nos hace señas.
     Se terminó la infancia. Ya no vamos de la mano con papá o mamá. Estamos solos con nosotros mismos. En una sociedad madura, hay que enfrentar el mundo con lo puesto.
    A menos de un mes de elegir una presidenta o un presidente, tengamos claro que el que salga no nos tirará el salvavidas. Me refiero a la mayoría, porque los apitutados buscarán siempre la teta a la que aferrarse en las turbulencias de nuestro incierto modo de vida postmoderna.

---

THE END OF INFANCY

Living in uncertainty is a postmodern life characteristic, they tell us to
console ourselves. But, they didn’t teach us to face that circumstance.

Before, from the social point of view, majorities lived in the certainty: steady jobs, incomes on time even if the were not enough, vacations in summer time, retirement after 30 years in the same company.

We lived at the season of the year rhythm: tomato salads, watermelons in summer. Pork and beans in winter.

But, globalization arrived and since then, everything changed. No more steady jobs, not vacation in summer time necessarily, tomato salads all the year long. From the dungeon of this new era, uncertainty waves hands.

It is the end of infancy. We no longer grasp our parents’ hands. We are alone with ourselves. In a mature society we have to go without.

Less than a month from now we have to choose a new president. But we have to be clear that he or she won’t give the life jackets we need. Of course, I am talking about majorities, not of those that live of the fat of the land always under the government’s umbrella.

Thursday, December 15, 2005

EL IMPORTANTE ES AQUEL QUE OTORGA


           El más brillante canciller alemán de postguerra, Konrad Adenauer, dijo que no bastaba con tener la razón. Lo importante es que te la concedan.
          Un prominente político y empresario chileno afirmó que no importaba cuánto uno pudiera hablar. “Tu obligación es que te escuchen”.
         No basta con que los voceros de un sistema de defensa afirmen que son persuasivos. Es el enemigo potencial el que tiene que concedértelo.
        El cantante que recibe una ovación cerrada del público puede considerarse bueno; no por el sólo hecho que presumirlo.
       Si yo digo manzana y usted entiende manzana, es usted quien puso algo de su parte para comprenderme.
       Éste es el modelo del momento. Los candidatos nos dicen cosas y omiten otras. Somos nosotros, los electores los obligados a descubrir cuál tiene el mejor proyecto, la mejor intención y la transparencia mínima, para entregarles el país y nuestro destino.
      El desafío es discernir entre los que son políticos de fuste y aquellos que no pasan de ser encantadores de serpientes. Y ese papel es nada más que nuestro.

Wednesday, December 14, 2005

TENTACIÓN EN EL MAR POLÍTICO DE LAS SIRENAS

ULISES Y LAS SIRENAS, Herbert James Draper,
1909. Reino Unido.
        Más que ningún otro partido, la Democracia Cristiana sufrirá una tremenda presión de cara a la elección presidencial 2006. No será la primera vez, ni tampoco la última. Durante el régimen militar padeció lo mismo, saliendo de ella algunos militantes conspicuos que se sumaron a la dictadura. Uno de los nombres más notables fue el de Juan de Dios Carmona.
     El PDC no es un partido blindado, por tanto más de un misil inteligentemente dirigido le hará mella otra vez. El porqué de este problema es su calidad de partido de centro con balanceos hacia los dos lados del espectro. La más leve inclinación cargará la balanza, lo que en una elección reñida es decisivo.
    Como Ulises, cuando navegó amarrado al palo mayor de su buque a través del mar de las sirenas, la DC oirá cantos embrujadores, hipnóticos. Será, entonces, la oportunidad de conocer el temple de sus líderes, sin son capaces de evitar el desbande y mantener la disciplina o la línea que adopten sus dirigentes.
     No son tiempos de populismo, ni de juego de tentaciones. Es el tiempo de la madurez y del actuar con pie de plomo. Sólo la noche de 15 de enero sabremos si Ulises cruzó indemne el temido mar de las sirenas.

Saturday, December 10, 2005

SI LA POLÍTICA FUNCIONARA POR ÓSMOSIS


        La campaña presidencial 2005 no tuvo parangón. ¿Cuándo en la historia se vieron los candidatos debatiendo juntos en tantos foros? Tal vez nunca. Este curioso escenario político redundó en lo siguiente: los postulantes se oyeron ellos mismos más que ningún otro; se conocieron los discursos, intuyeron las intenciones de sus contrincantes, midieron la profundidad o la levedad de sus palabras.
     Del discurso de los cuatro podría salir un solo proyecto, algo que en política alguna vez se llamó la teoría de la convergencia. Esto era, que lo mejor de cada posición se refundiera con las de los demás en una tesis intermedia.
     Pero eso no es posible porque históricamente nunca funcionó. Demasiada abstracción y poca realidad concreta. Sin embargo, con un poco de optimismo, algo podría resultar por una cuestión de ósmosis.
      Si tenemos suerte, la persona que asuma como nuevo jefe o jefa de estado podría acoger aquellas buenas ideas que escuchó y que no estaban en su discurso. De este modo, la interacción entre adversarios pudo ser un aporte. Porque a partir de ahora, ya no habrá más oportunidades de oír proyectos espontáneos y bien inspirados. De aquí para adelante vendrán las críticas o las propuestas a cambio de algo.

Monday, December 05, 2005

UN MÉDICO TIENE QUE SER UN ESTRATEGA


Imaginemos que una enfermedad es como una maleza. La cortamos y listo. Le echamos insecticida y chao. Le allegamos fuego y se acabó. Pensamos ¿que haría un médico? La respuesta lógica sería: que aplicaría estos procedimientos para erradicarla. Y el enfermo se recuperaría en un santiamén.

Lo malo es que muchos médicos piensan de esta manera. Es una postura radical, a partir de la cual buscan cortar el mal de raíz. De este modo, cuando para la enfermedad no existe solución y, por tanto, no hay cómo erradicarla, se encogen de hombros y le dicen a su paciente-cliente “se ha avanzado muy poco en esto. No se ha inventado todavía el remedio”.

El pobre paciente-cliente tiene dos alternativas 1) esperar que se invente el fármaco y 2) cambiar de especialista.

Sin embargo, hay otros médicos más inteligentes, menos pasivos, menos resignados, dispuestos a enfrentar el mal aunque no exista el remedio. Son aquellos doctores valientes que urden alianzas con el enfermo y elaboran juntos una estrategia para dar la batalla. De este modo, el primero prepara las armas y el segundo se suma a la acción.

Pero, si el mal es invencible ¿cómo esos médicos se atreven?

Bueno, la maleza para ejercer su efecto, que es el mal, debe desarrollarse con fuerza. Así está en una posición óptima para ganar. Cuando los médicos valientes actúan tienen en cuenta esta razón. Crean una sombra que le impida a la maleza estar fuerte. Le quitan el riego en la cantidad que aquélla necesita. Le mandan insectos que se alimentan de sus hojas. Al mal le complican la existencia.

De este modo la enfermedad pierde virulencia, aunque no desaparezca, lo que ya es un gran alivio y brinda optimismo, fortaleza y satisfacción. Estos son los médicos que se merecen el dinero que usted les paga por la consulta, son los guerrilleros de la medicina. Aquellos que esperan disponer de la bomba atómica para ganar la guerra y barrer con el mal no tienen destino.

Friday, December 02, 2005

LA DESCONOCIDA CHILENA QUE SEDUJO A ORTEGA Y GASSET





      Ortega y Gasset vuelve a la palestra porque por estos días se cumplen cincuenta años de su muerte.
         El gran filósofo que visitó Chile en 1928, regresó a España enamorado de nuestro país.
       Esto último lo resaltaron los expositores en el coloquio sobre el más grande pensador de la lengua castellana, realizado en el ex Congreso Nacional, y al que asistí interesado por saber algo más de ese autor. Hablaron el embajador de España, José Antonio Martínez de Villarreal Baena; el presidente del Senado Sergio Romero; el senador Antonio Viera Gallo y el licenciado de la Universidad de Valencia, Jesús Connil.
     Terminadas las exposiciones, se levantó un señor de entre la audiencia y dijo dirigiéndose a los ilustres integrantes de la testera: «En mis tiempos, nos reuníamos decenas de admiradores de Ortega y Gasset para conversar sobre su pensamiento. Es curioso, pero hoy aquí no veo a ninguno. Sin embargo, señores eruditos, la noticia que debo darles es que José Ortega y Gasset se enamoró de una chilena. Eso ustedes no lo sabían. A ella yo la conozco y sus iniciales son I.G.».
    Oído esto, el embajador se quedó pasmado; Sergio Romero sonrió; Viera Gallo prefirió ordenar sus papeles; y Conill paró la oreja y anotó.
    El personaje quiso explayarse sobre su primicia, pero no lo dejaron. Por eso calló y no dio más datos. Yo lo miré desde mi asiento y me pareció un tipo creíble. Sí, pensé, debe ser cierto. Ortega y Gasset tiene que haberse enamorado de una compatriota cuando vino a Santiago. Y lo justifico: uno, porque las chilenas son muy seductoras y dos, porque el filósofo tuvo que ser coherente con lo que predicó.
    El mismo licenciado Conill lo había descrito minutos antes: «Ortega y Gasset sostiene que a diferencia de los animales, el hombre es un ser fantástico, que vive de sueños. El hombre es emoción, es pasión, es puro deseo. La vida sexual se basa en esas fantasías tan humanas…».
     Entonces cobra sentido I.G. en las palabras del propio filósofo: «Para mí Chile es uno de los pocos países deliciosos que quedan». ¿Si fue así, por qué no, ella y Ortega y Gasset juntitos?