Sunday, February 19, 2023

INDULGENCIA

VEJEZ, foto de la cuenta Splendidmind, FB.

Sam Altman:

        Ojalá todas las generaciones trataran a la generación previa con indulgencia, la humanidad es profundamente imperfecta. Nuestros abuelos hicieron cosas horribles; nuestros nietos se darán cuenta que nosotros también hicimos cosas horribles que aun no logramos entender. La gente antes de nosotros fue un paquete completo de lo bueno y lo malo y colectivamente todos empujaron el mundo hacia adelante. Es importante ver el progreso moral de la sociedad como un proyecto continuo del cual todos somos responsables.


Paul Graham, en respuesta:

        Deberíamos tratar a las futuras generaciones también con indulgencia. Ellos harán cosas que nos chocarán, tal como como las cosas que nosotros hacemos chocarían a nuestros abuelos si las supieran.


Monday, February 06, 2023

EURÍPIDES VS MARCUSE


             En los sesenta el filósofo germano norteamericano, Herbert Marcuse pronunció un apotegma que se convirtió en un cliché: «Seamos realistas, pidamos lo imposible». La frase inspiró a los revolucionarios de mayo de 1968 en Francia y de rebote nos llegaron los ecos de Marcuse por estos lados. En los movimientos revolucionarios que surgían en la Universidad de Concepción se pronunciaba ese concepto en los ardorosos discursos como una bandera de lucha.

        Han pasado hartos años desde entonces. Y el cuento se me vino a la memoria porque me puse a leer algunas tragedias del poeta griego Eurípides, nacido en la isla de Salamina, situada frente al puerto de El Pireo, el año 484 antes de Cristo. Me atrajo la obra «Helena» y me encontré con la siguiente frase de la protagonista que ella pronunció ante su esposo Menelao y de cara al público: «Sea lo que sea! Intentar lo imposible es propio de insensatos!»

Helena de Troya. Antonio Canova (1814). Victoria and Albert Museum, Londres.
 

Wednesday, February 01, 2023

LA CIENCIA SE OLVIDÓ DE LA POESÍA

 NEIL ARMSTRONG en la TV australiana contando el alunizaje.
        Desde el regreso a la tierra del vuelo Apolo 11, el 24 de julio de 1969, el comandante de la misión, Neil Armstrong habló muy poco. Se abstuvo de contar sus experiencias. Sólo sus compañeros que vivieron con él esa auténtica aventura real Michael Collins y Buzz Aldrin hablaron harto sobre ese viaje. Hasta hoy Aldrin lo hace. Pero, Armstrong hizo mutis por el foro. Todos los interesados en este apasionante tema deseaban oír al comandante del vuelo; pero no. Se llegó a decir incluso que había sufrido trastornos mentales luego del stress de esa experiencia en la luna y otras afirmaciones supersticiosas acerca de su persona, nada más que por su decisión de mantenerse alejado de los medios. Sin embargo, en un discurso en la Casa Blanca ante el Presidente Clinton (20 de julio de 1994) dijo una frase que tendría muchas interpretaciones: «Hay grandes ideas que no han sido descubiertas. Hay avances disponibles para quienes puedan remover los velos que cubren la verdad». Evidentemente la afirmación dio paso a especulaciones que no fueron aclaradas y acrecentó las versiones de su estado a la vez que otros dijeron que quiso hacer referencia a asuntos de origen extraterrestre.
ARMSTRONG saluda al Presidente Clinton en la Casa Blanca. A la derecha, en su discurso ante las máximas autoridades de EE.UU., pronuncia su enigmática frase.

        En 2011, un año antes de su muerte (25 de agosto de 2012), Neil Armstrong, ofreció por primera vez una entrevista para referirse al primer vuelo a la luna. La concedió a la televisión australiana, canal CPA. Y su etrevistador Alex Mallei no dudó en calificarla como un golpe de suerte la decisión del primer hombre en caminar en la luna de abordar ese acontecimiento públicamente.

        Oí y vi la entrevista y saqué una transcripción que incluyo. Al final está el link correspondiente.

Nelson Palma


ENTREVISTA A NEIL ARMSTRONG EN LA TV AUSTRALIANA 2011

        El 12 de septiembre de 1962 el Presidente norteamericano John Kennedy pronunció su vibrante y audaz discurso para que Estados Unidos asumiera el liderazgo del primer vuelo a la luna el que debería cumplirse antes de que terminara la década (los 60'). Conviene recordar que para entonces la ex Unión Soviética estaba a la cabeza de la carrera espacial y que Norteamérica iba detrás.

        Dijo el comandante Armstrong:

---El discurso del Presidente fue un reto enorme, la NASA se había formado recién cuatro años antes y nuestra única experiencia humana en el espacio la tenía Alan Sheppard con apenas 20 minutos fuera de la atmósfera y más todavía tratándose de un vuelo suborbital. En cambio los rusos ya habían realizado vuelos tripulados en órbita terrestre. El espacio era un gran océano que había que navegar y el Presidente dio los lineamientos para que fuéramos los primeros y eso enganchó muy bien la aprobación y el entusiasmo de la opinión pública.

---Un mes antes del vuelo del Apolo 11 evalué que teníamos un 90% de probabilidades de ir y regresar seguros; y respecto de lograr un aterrizaje exitoso en ese primer intento era de mitad y mitad. Había muchas cosas desconocidas entre el orbitador lunar y la superficie que no habían sido demostradas en las pruebas y que podían obligarnos a abortar el intento y regresar sin haber hecho el aterrizaje. Se trataba de la ecuación riesgo=recompensa. Tú aceptas un nivel de riesgo que se pueda medir entre lo que puedas lograr y lo que no puedas lograr frente a la meta que te propones. Este es el tipo de balance que todos hacemos siempre. Durante los preparativos me concentré más en los pequeños progresos que íbamos consiguiendo, que eran miles; cómo nos íbamos acercando, etc. No pensaba demasiado en la meta.

---Cuando mis jefes me llamaron y me preguntaron: «¿Estás listo para el Apolo 11». Bueno, dije, hubiera sido ideal disponer de un mes más. Pero, estábamos en una carrera, con competidores al frente, así que respondí: «Sí, estamos listos. Vamos».

---El día del lanzamiento (16 de julio de 1969) sólo pensábamos en eso. Estábamos tensos, pero al mismo tiempo existía un cierto relajo. Y la razón de esto último se debía a que esos cohetes (Saturno V) usualmente no salían a tiempo. Siempre te dicen estamos atrasados un par de minutos y después dicen que hay que esperar hasta el día siguiente. Así que para qué ponerse tan nerviosos ahora. Sin embargo, estábamos a bordo haciendo nuestras cosas cuando los motores encendieron y salimos diparados directo a la luna. Fue una sorpresa para nosotros que el lanzamiento no se postergara.

LOS ASTRONAUTAS de Apolo 11 realizan sus trabajos en la superficie lunar.

---Bajar a la luna fue una de las partes más complejas de todo el vuelo. Porque ocurrían muchas cosas simultáneamente y no teníamos tiempo para atender situaciones anormales que pudieran presentarse. A la mitad del descenso la computadora que quejó contra nosotros con su alarma de que estaba ocurriendo un problema sin admitir su propia responsabilidad, porque así son las computadoras, no asumen (sonrisas). Yo no podía comprender la razón de esa alarma. Las quejas del equipo seguían o la alarma continuaba sin parar. Así que consulté al centro de control de la misión en la tierra para que nos ayudaran a resolver el problema y la respuesta llegó rápido: «Ustedes están en lo correcto, así que prosigan». Al fin resultó un problema de sobrecarga del computador, sin embargo la parte central de ese equipo nos estaba dando posición y navegación en forma precisa, eran buenas noticias. Precisamente el computador nos mostró que el punto del intento de alunizaje era una locación que evaluamos como muy mala: un cráter de unos 100 ó 150 metros de diámetro con borde muy inclinado y elevado, No era un lugar adecuado. Por eso tomé el control manualmente y manejé al módulo como si hubiera sido un helicóptero. Era una acción arriesgada pero valía la pena, no podíamos quedarnos en un cráter. Por tanto, por la observación y el sobrevuelo, casi nos quedamos sin combustibles. Cuando alunizamos nos dimos cuenta que nos quedaban apenas 20 segundos de fuel. Terminada esta parte de la operación, nos miramos con mi compañero (Buzz Aldrin) y nos dimos la mano, pero nada más, había mucho trabajo por hacer (20 de julio de 1969).

---De inmediato me comuniqué con nuestra base en la tierra y dije la frase más importante de todo el proyecto: «Aquí base Tranquilidad, el módulo Águila ha aterrizado». Para mí esa frase se trataba de la firma al pie del programa. Se había cumplido la meta pedida por el Presidente.

---Sabíamos que sobre la superficie de la luna en general la temperatura es alta, por encima del punto de ebullición (100° C) y temíamos que eso pudiera afectar los líquidos y los fluidos del módulo de alunizaje. Los efectos térmicos nos preocupaban. Si tales efectos se producían debíamos despegar inmediatamente, salir lo más rápido de ahí. Pero, observamos que las cosas iban bien así que decidimos permanecer más tiempo, manteniendo eso sí, mucho ojo durante las primeras horas... Aterrizar fue más importante que bajar del módulo y poner los pies en la arena y estar parados en la superficie, aunque no le quiero restar su verdadero mérito. Pero estábamos conscientes de que no habríamos llegado si no hubiéramos estado en competencia con la URSS. Llevábamos una placa con los nombres de todos los astronautas, de ambos lados, que no pudieron ver este evento y la pusimos sobre la arena. Ese fue un momento muy emocionante, especial y memorable. Y sin embargo, fue algo tan breve. Los check lists teníamos que cumplirlos. No estábamos ahí para meditar sino para hacer lo que había que hacer.

---Cuando regresamos al módulo, yo tenía una llamada de alguien especial y no pude decir «después, ahora estoy ocupado» sino que tomé el teléfono. Se trataba del Presidente de Estados Unidos llamándome desde la oficina oval en la Casa Blanca (Richard Nixon). Fue un agradable mensaje de congratulaciones de su parte en nombre de toda la gente involucrada en el proyecto. Fue una sopresa grata. Y de nuevo: hay trabajo que hacer, así que ¡a trabajar!

---No quiero pasar por alto un detalle importante, cuando bajamos del módulo se produjo un pequeño problema. Nos habíamos puesto los trajes especiales, muy incómodos, que además incluían una mochila que debíamos llevarla a todas partes. Y dentro del módulo estábamos en un ambiente muy estrecho. Mi colega (Aldrin) que bajó después de mí, golpeó sin querer con su mochila uno de los paneles junto a la escotilla y el tablero quedó flojo, tenía que ver con los sistemas de freno. De modo que tan pronto regresamos, nos pusimos a trabajar para fijarlo de nuevo. Tuvimos que usar como herramienta un lápiz de pasta porque el panel se había desenganchado. Con un par de golpes con las manos lo ubicamos en un posición. Eso fue como haber contratado un pequeño seguro de supervivencia.

UNA PLACA recordatoria con los nombres de los astronautas muertos en los intentos previos fue dejada en la luna por los tripulantes de Apolo 11.

---¿Sobre quienes dicen que nunca fuimos a la luna y que todo ha sido un montaje? Mire, no sé cuántas veces lo he dicho, pero a la gente le encantan las teorías conspirativas. Son muy atractivas. A mí nunca me han preocupado porque  sé que algún día alguien volverá a ir a la luna y recogerá la cámara que yo dejé allá. Eso se los puedo asegurar. Además la NASA está integrada por miles de persona y sería muy difícil evitar que al menos una de ellas no fuera capaz de mantener el secreto (risas). 

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MI CONCLUSIÓN

        Ese vuelo fue fantástico. Lo seguí con nerviosismo a través del relato radial de la Voz de América y vi las imágenes en directo que transmitía la televisión con las actividades de Armstrong y Aldrin en la superficie lunar. Fueron emociones que permanecen en la memoria. 

        Esta entrevista concedida por el comandante de la misión, el astronauta Neil Armstrong, me llenó de satisfacción por los detalles desconocidos, las vivencias a bordo del módulo Águila, durante aquellos 12 minutos de miedo mientras bajaban a la superficie. Porque ese tiempo y algunos segundos duró el descenso luego de desconectarse el Águila del módulo lunar que permanecía en órbita. Armstrong, como se pudo leer en la transcripción de más arriba, dijo cosas muy humanas, que nos ocurren a todos en el diario vivir, pero trasladadas verdaderamente a otro mundo.

        Pilotar la nave de descenso manualmente por el imprevisto que se presentó. Estrecharse la mano, los dos hombres luego que se posaron correcta y felizmente. Pero...

        Las exigencias eran tantas, que a los programadores del vuelo se les olvidó brindarles al menos una hora de recreo mientras caminaban por la luna. Haberles permitido mirar el entorno con calma, como cuando uno observa un paisaje y se queda arrobado por la belleza. Un tiempo para pensar, para meditar, reflexionar sobre la humanidad y su destino. A lo mejor de esas mentes pudo haber brotado una poesía, un relato inesperado de emociones y subjetividades valiosas para el género humano. Nada de eso se les condió. Por el contrario, se los recargó de trabajo, para sacarle el mayor provecho político posible a la expedición. La ciencia estaba primero, la economía después. La persona, me refiero a cada astronauta, fue olvidada.

        Sin decirlo directamente Neil Armstrong lo insinuó en esta entrevista: los check list no dieron tiempo para nada. Había que ir haciendo los trabajos uno tras otro, sin descanso... Valga este relato y esta experiencia muy importante para que los programadores de los próximos viajes a planetas vecinos no se centren sólo en la ingeniería sino que le den una ventana a la dimesión humana de los astronautas.

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El link de esta entrevista:

https://www.youtube.com/watch?v=KJzOIh2eHqQ&t=639s