Sunday, July 29, 2018

«LOS PATOS DE MÁQUINA»

Foto referencial tomada de Internet.

               Los "patos de máquina" eran los errores que se cometían durante la redacción de un texto por presionar una tecla incorrecta en las antiguas máquinas de escribir. El asunto se complicaba porque no había la posibilidad de corregir –salvo algunas eléctricas que tenían una marcha atrás para borrar–. Si el error se presentaba en la última línea de una página, era una lata tener plantearse tipear todo de nuevo. Si el trabajo era apurado simplemente se corregía encima con un lapicero fuente o con un bolígrafo.
               En el caso de los textos periodísticos, preparados siempre contra el tiempo, estos errores eran comunes y aceptados si venían enmendados por su autor luego de una segunda lectura. Lo bueno de estos casos radicaba en que era una oportunidad para verificar ortografía, sintaxis y otros inconvenientes, los que se podían subsanar con un lápiz.
               Así los "patos de máquina", que penaban a los redactores apurados, pasaron a la historia con la llegada de los computadores, porque éstos permitían echar pie atrás y corregir, permitiendo textos limpios y pulcros. Sin embargo, cuando los errores de ortografía o de sintaxis sobrepasan las ventajas de las computadoras de alertar y corregir, ya no calzan en la justificación de "patos de máquina" sino a "patos" que anidan en las cabezas de los redactores.

Saturday, July 28, 2018

GIROS VIGENTES EN EL QUIJOTE


         Cuando usted lee el Quijote, se dará cuenta que el lenguaje empleado por Cervantes incluye una serie de giros y expresiones que se usan frecuentemente hoy en día. Tenga usted en cuenta que este libro se publicó completo en 1616. Para ir directo al hueso citaré algunos ejemplos que aparecen en el texto cervantino:
        “Pasar la mona”, es decir pasar la borrachera. Expresión usada por don Quijote.
      “A quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”. Eso lo dice Sancho.
     “Hay que ir con pies de plomo”, lo emplea la duquesa, de la segunda parte de la novela.
      “La letra con sangre entra”, la duquesa.
      “La codicia rompe el saco”, la duquesa.
      “A buen entendedor, pocas palabras”, Sancho.
      “Salir de mis casillas”, Sancho.
      “Somos o no somos”, Sancho.
      “La tal por cual”, Sancho.
      “No lo ha echado en saco roto”, Sancho.
    “No le va en zaga”, “a pie juntillas”, “quedaron en pelota”,  expresiones usadas por Cervantes directamente.
      “De esta agua no beberé”, Sancho.
      “De punta en blanco”, Cervantes.
      “Hoy por ti, mañana por mí”, Sancho.
      “Como anillo al dedo”, don Quijiote.
      “Miel sobre hojuelas”, Sancho.
       Hay muchas expresiones más. Es cosa de leer este libro y sorprenderse. 

Saturday, July 21, 2018

PALABRAS FÓSILES

Tintero y lapicera de madera con sus respectivas plumas. (Foto internet).

         La modernidad dejó fuera de uso una serie de prácticas, pero en el conversar cotidiano seguimos como si existieran. Por ejemplo, decimos «se me quedó en el tintero» para referir algo que se nos olvidó plantear. La expresión supone que una palabra no alcanzó a tomar forma y se quedó convertida en tinta dentro de la botella que la contenía (la tinta). Pero, hace más de 60 años que nadie tiene un tintero en su casa. Eran pequeños frascos de boca ancha con tapa atornillada en los que se untaba la punta de la pluma para proseguir la escritura. Un complemento indispensable para escribir con esa técnica era el papel secante, que absorbía el exceso de tinta desde la superficie sobre la que se escribía. También se decía, aunque no ahora, que alguien era «papel secante» como apodo de aquellos que levantaban el codo con demasiada frecuencia.
El secante, muy útil para evitar el derrame de la tinta. (Foto internet).

         Hay palabras relativamente más recientes que ya están obsoletas por esto de los cambios en la tecnología. Por ejemplo, «discar» un número de teléfono. No, ninguno de esos aparatos de comunicación de hoy tiene disco como esos de color negro, que se los hacía girar para marca tal o cual número. Pero, mucha gente usa la palabra, todavía.
             Menos valor hay en la voz «sintonizar» para emplearla en el uso de la radio o de la televisión. Aquella era una manera lineal de ir de una estación a otra desplazando la aguja del dial o el sintonizador de la tele. En la actualidad  basta con ingresar el número correspondiente a la frecuencia directamente al aparato o el control remoto para llegar sin tener que navegar con la aguja de extremo a extremo.
         Y debe haber muchas más que se van quedando en el uso verbal, pero cuya práctica desaparece por completo. Se pegan por largo tiempo como fósiles enredadas en las extravagancias del lenguaje. Al final, son como los walking deads de nuestro vocabulario.

ENUNCIADOS VERDADEROS


                    Me puedo fijar en aquellas cosas que para mí tienen un significado. Si me sirven o si me causan algo me fijo en ellas de lo contrario no. Veamos la siguiente oración: mi perro cuando me ve me mueve su cola. Sé lo que significan «perro» y «mover la cola». Ese hecho me causa alguna emoción. Además, el enunciado es verdadero. En tal caso tengo ante mí un hecho que reúne dos cualidades: sé su significado y sé que es verdadero.
                  Pero, existe una enorme gama de enunciados que no sabemos lo que significan, pero sí estamos seguros que son verdaderos. Por ejemplo, hemos aceptado la  verdad de lo siguiente: 2+2=4. Todavía más, muchas veces lo usamos como un modelo de certeza. No dudamos, eso es así, es verdad.
                Pero, no tenemos un significado de inmediato a la mano. Probemos, analizando cada una de sus partes, los llamados significantes. ¿Qué es 2?, ¿qué es 4?, ¿qué es +? o ¿qué es =? Para comprender esto tenemos que interpretar y un razonamiento nos da un significado, el que sólo es válido si es estable en el tiempo.
               Fijémonos en esta curiosidad cuando oigamos afirmaciones. A veces las aceptamos como verdaderas o falsas pero nunca nos preocupamos en lo que significan.
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Este texto original, un poco denso, se inspiró en una parte del libro "El Conocimiento Humano", del filósofo británico Bertrand Russel (1872-1970). N.P.