Monday, September 05, 2011

PEPE CIFUENTES ENTREGÓ SU VIDA A LA FACH

Pepe Cifuentes, N. Palma y el Gral. R. Gutiérrez.
        José Cifuentes Juica tomó su actividad con una pasión fuera de lo común. Me llamó la atención esa entrega total por la Fuerza Aérea, institución a la que prestaba sus servicios de comunicador. Pepe combinaba como un maestro el entusiasmo con la prudencia, sabía cuál era su puesto, se mantenía en segundo plano y privilegiaba proactivamente la labor de los reporteros. Lo hacía como ninguno. Para cualquier periodista en la tarea de cubrir una noticia institucional era una tranquilidad enorme ver a Pepe a pocos metros. Porque sabía orientar al reportero para ubicar a la persona que tenía algo que decir en función de la noticia. Parecía que Pepe con sus dedos tocaba la información. Recuerdo haberlo visto salir corriendo de la oficina con destino al aeropuerto para ayudar a periodistas para subir a algún avión institucional casi sobre la marcha. Los editores periodísticos de Chile tenían muy claro que la llave maestra para acceder a la FACH era Pepe. Fue increíble que un solo hombre haya tenido esa capacidad de convertirse por años en la puerta ancha de la organización para los medios de prensa.
     Se ganó la confianza a ambos lados de la noticia: con los periodistas y los medios y con las jefaturas institucionales. No he conocido una persona con tal versatilidad para crear ambientes e instancias de comunicación, para generar ideas, para crear temas de interés que finalmente cuajaban en noticias. Y no sólo en la forma, sino que en cuestiones bien de fondo. Cuando se lo veía en los medios, los editores sabían que Pepe traía algo interesante entre manos. Lo oían con atención y le creían. Si se lo pedían, en el acto Pepe organizaba un vuelo para ese medio y se preocupaba de la producción. En tiempos de crisis institucional, supo aliviar las tensiones mediáticas a que estaba sometido el mando con buenas actitudes, con optimismo y finalmente con una amplia sonrisa. A sus jefes supo orientarlos de la mejor forma para que se desenvolvieran ante la prensa.
     Llegaba con naturalidad y humildad a todos los medios investido de la representatividad de su institución. Establecía la conexión imprescindible para hacer fluir los mensajes de interés tanto para el medio como para sus jefes. En sus años de trabajo interactuó con muchos de éstos. Trabó amistad con todos y supo darles el respaldo para el buen cometido de su función en relación con los medios. En la oficina y con la puerta cerrada Pepe hablaba francamente las materias comunicacionales que le parecían bien y aquellas en que estaba en desacuerdo. Sus jefes lo respetaban porque no era obsecuente, otra de sus tremendas virtudes.
      Daba autorizados argumentos para que los mandos de la institución uniformada comprendieran la rutina y la motivación de los periodistas detrás de una noticia. Formado en el reporteo de calle gozaba de credibilidad y se granjeó el cariño de su entorno. Decía lo que pensaba sin herir a nadie. La muerte lo sorprendió haciendo lo que le brotaba del alma: volando en un avión de la FACH con celebridades de las comunicaciones para una cobertura con fines solidarios y patrióticos. En los últimos minutos de su vida y ya en conocimiento de su destino final, imagino que miró con cariño a quienes estaban más cerca suyo. Junto con irse un gran amigo, la Fuerza Aérea perdió al colaborador más apasionado para acercarla a la opinión pública. El periodismo y los medios, también.