Friday, September 29, 2017

BLINDAR EL SOL COMO «LA ESTRELLA DE LA MUERTE»

     
          Cuando el problema de la energía está en el tapete y las fuentes para conseguirla generan controversias, toman fuerza las ideas que rondan el ámbito de la ciencia ficción. El físico estadounidense Freeman Dyson propuso en 1960 la posibilidad de crear una esfera a nivel planetario que encerrara al sol para capturar así toda su energía y usarla a discreción. Aunque es difícil imaginar cómo se podría construir semejante mega estructura, la ciencia la estima plausible. No es descabellada como para echarla por la borda.
    La llamada “Esfera de Dyson” tendría que usar todo el material disponible en el sistema solar para fabricar los paneles que finalmente rodearan el sol. Los más osados dicen que habría que comenzar por desmantelar Mercurio para esa construcción. Como ese planeta sería insuficiente para la enorme demanda, añaden que habría que echar mano al cinturón de asteroides para completar la obra…

     Para poder tener una idea de cómo sería eso, habría que recurrir a la imagen de la estrella de la muerte de la saga La Guerra de Las Galaxias: un caparazón metálico rodeando al sol en una órbita situada más allá de la órbita terrestre. Así dispondríamos de toda la energía que necesitemos, dicen algunos científicos y otros tantos escritores. Podríamos viajar en naves gigantescas por la galaxia, añaden textos periodísticos algo alocados. Un guión de un programa de televisión que oí recientemente agregaba –respecto de esta mega obra que a lo mejor, en uno de esos viajes, podríamos incluso encontrarnos con Chewbacca y tomarnos algunas copas.

Sunday, September 24, 2017

EL CUENTO DE «CREERSE EL CUENTO»

Foto referencia tomada de internet.
      Según otros puntos de vista ─respecto de los habituales─ el concepto de la autoestima, (eso que se recomienda o se busca para hacer que una mejor valoración interna nazca de uno mismo) tiene algunos peros que habría que atender y andar con cuidado por la vida.
     No es cosa de imaginar que la autoestima es siempre una cuestión positiva. Porque, entendiéndola como una amplificación subjetiva de virtudes personales, también le da rimbombo a aspectos negativos de la personalidad. Este propósito alimenta los egos que pueden llegar a ser socialmente hostigosos. Para una mujer, autoestima podría ser creerse más linda de lo que la persona es; y en un hombre, por ejemplo, estar convencido de poseer una inteligencia superior al entorno y hacer que se note.
     Hay tantos autores que viven vendiendo autoestima. Las librerías tienen secciones con libros de auto ayuda, un disfraz para clientes que sienten la necesidad de creerse el cuento.
     Hace un par de días, una revista de Santiago difundió una entrevista al cantante español Joaquín Sabina quien, en el contexto de su conversación con el periodista, dijo:
     «...eso es culpa de la autoestima, que se ha puesto tan de moda y está haciendo un gran daño. La gente verdaderamente sabia que yo conozco no tiene una pizca de autoestima. No va por la vida diciendo ‘yo soy como soy’ o tú tienes que ser tú’.  Y ahora que todos poseen un altavoz (redes sociales), a los idiotas los reconoces por su autoestima. Mientras más idiotas, mayor autoestima tienen. ¡Pero si es tan fácil quererse con lo poco que uno vale!»

        A modo de conclusión, diremos que una dosis de autoestima a veces nos hace bien. No buscarla es pecar de pesimismo. Cuando se trata de una actitud personal moderada por sentirse un triunfador va perfecto. El punto es determinar cuál es la cantidad justa de esta sensación que estamos dispuestos a echarnos encima para vestirnos de ganadores. Un equilibrio razonable es útil para uno y para los demás.

Friday, September 22, 2017

JUVENTUD VS. "VIEJITUD"

Transporte público en los años 40, aprox. (Foto Memoria Chilena)
     Las peleas generacionales son un cuento de nunca acabar. Los jóvenes se mofan de los viejos, los viejos son sarcásticos con los jóvenes. Los primeros se sienten desplazados por los segundos y éstos se quejan que los marginan por la edad. Los primeros son rebeldes los segundos son arrogantes aunque la rebeldía tiene una cuota de arrogancia también.
     Las mofas juveniles contra los mayores apuntan a lo pasado de moda. Cuando miran imágenes que tienen más de cuarenta años se ríen, por ejemplo, de la tecnología de entonces, por nombrar, los teléfonos alámbricos de color negro y disco giratorio. O el transporte público con micros y los nombres de sus recorridos; la ropa que incluía un pantalón ancho y chaqueta larga. ¡Qué decir de videos en blanco y negro! O de fotografías más antiguas aún. Los giros en el hablar, las palabras obsoletas, etc. Ésa es la causa del tono burlón.
     El sarcasmo de los viejos se funda en casi los mismos parámetros. Les da lata ver a todos los jóvenes pegados a sus celulares y más aún si no se quitan los audífonos para hablar, por ejemplo. No entienden que un muchacho imite ejecutar una guitarra cuando va solo por la calle. Menos concebible todavía es que lleven los pantalones rotos y el pelo desordenado. Oírlos hablar les es insufrible, con puros neologismos o barbarismos. Los viejos consideran que a los jóvenes les falta disciplina y que son demasiado relajados.
     Se puede hablar mucho más... Si analizamos, advertimos que las diferencias entre unos y otros no son tan grandes. Ambos han vivido y viven en un mundo parecido. Las distancias de algunos años tal vez son la verdadera causa de los dispares puntos de vista. Pero, en este contexto, jóvenes y viejos por igual tienden a mirar en menos el pasado. Incluso creen que el mundo ha sido siempre igual a hoy, con más descubrimientos científicos, avances en las comunicaciones, televisión, internet, súper aviones, viajes espaciales, etc.
Concepción artística de cómo se creía que era la Tierra en tiempos remotos. 
      A jóvenes y viejos hay que tirarles las orejas. Señores, no tendríamos lo que tenemos de no haber sido por el infinito aporte de las generaciones pasadas. Absolutamente todo se lo debemos a ellos. Los avances logrados en nuestros años no habrían sido posibles de no haber contado con el piso donde nos dejaron. Lo mismo vale para las interpretaciones y lecturas del mundo. Nuestros antepasados, por ejemplo, alguna vez creyeron que la tierra era plana, no imaginaban un planeta redondo. Y hoy hay quienes sonríen con algo de ironía por aquellas realidades. ¡Pero, si en esos tiempos ellos no tenían cómo saber lo que conocemos hoy!

Friday, September 15, 2017

MENOS TICKETS A LA TIERRA DEL TÍO SAM

Entrada a una sala de embarque en un aeropuerto internacional. Foto tomada de Internet.
           Es sólo una tincada, pero parece que cada vez menos personas quieren viajar a Estados Unidos, a diferencia de antes en que todos queríamos ir a Nueva York. A ojos cerrados, decían unos. Pero, como que de pronto el entusiasmo comenzó a declinar, quizá desde el derribamiento de las torres gemelas el 2001. De ahí para adelante la idea de un viaje al país del norte se hizo menos atractivo. O tal vez ésta no es la palabra, sino que se hizo más intimidante.
                   Los viajeros reales y potenciales cambiaron el rumbo de sus destinos. Según mis cálculos veo que más gente en plan de turismo se va a pasar una semana a islas paradisíacas o, derechamente se traslada a Europa. Incluso a pesar de los atentados graves o medianos que conocemos de tarde en tarde y que ocurren allí. Da la impresión que los bombazos islámicos amedrentan menos que tener que cruzar una aduana en Estados Unidos.

               En definitiva veo que muchas personas conocidas, amigos o parientes prefieren Europa y menos la tierra del tío Sam. No creo, en modo alguno, que la causa de esta tendencia que observo sin datos objetivos a la mano, tenga que ver con la administración política de ese país y toda su caterva de nuevas normas para sospechar de los visitantes.

Thursday, September 07, 2017

MI CERVEZA CON MIGUEL DE CERVANTES

  
      Por algún motivo tuve que revisar títulos de las numerosas obras de Miguel de Cervantes y Saavedra, sin considerar su libro máximo y cumbre de la literatura universal “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha”. Me importaba memorizar al menos un par de nombres de otros textos del autor. Un segundo motivo pudo ser quizá un cierto orgullo personal de conocimiento. Nunca imaginé que este segundo propósito me serviría en el futuro para ganarme una lata de cerveza…
     Ocurrió en una oportunidad que fui a un negocio ─de cuyo nombre no quiero acordarme*─ a comprar una pizza para llevar a la casa. El dependiente, un hombre de algunos años, estaba en su puesto detrás del mostrador conversando con un cliente, bastante animoso este último. Los tres éramos las únicas personas en el local. El cliente tenía una lata de cerveza en la mano y bebía sorbos en cada pausa de su discurso o cuando era el turno de su interlocutor. El dueño tomó nota de mi pedido y me dijo que debía esperar a que me prepararan la pizza, unos quince minutos. Me di cuenta que el cliente de la cerveza estaba un poquito cufifo, pero se veía un tipo agradable y que hacía gala de ciertos conocimientos literarios. Ése era, sin duda, el tema de la conversación. Al parecer el dueño también era un hombre «letrado». Así que dialogaban sobre asuntos afines.
     El hombre que bebía cerveza seguramente vio en mi cara aspecto de aburrimiento, así que me invitó a sumarme a la conversación. Me dijo, amablemente, que el dueño de la pizzería era una persona muy culta y que incluso escribía. El aludido sonrió con timidez sin ocultar tal vez una íntima inclinación hacia cuestiones de «las letras». Era claro que se trataba de viejos amigos.
        «En lo que a mí respecta ─me dijo el parroquiano─, no escribo, pero me gusta mucho leer. Imagino, amigo, que usted también», afirmó mirándome con una sutil nota de desafío. Sin esperar mi respuesta, me contó que conversaba con el dueño de la pizzería acerca de la vida de Miguel de Cervantes y Saavedra. «Yo siempre le hago preguntas literarias a mis amigos, así que, perdóneme que le haga una a usted», me dijo y antes que yo asintiera disparó: «Nómbreme al menos un título escrito por Cervantes que no sea El Quijote».
     Silencio. La pregunta fue a boca de jarro. El preguntón se cruzó de brazos esperando mi respuesta mientras sonreía desafiante. El dueño, detrás del mostrador, lo miraba moviendo la cabeza y de seguro que también esperaba oír qué respondería yo. Tomé el guante y comencé a recordar el episodio enunciado al comienzo de este texto. A ver, a ver, a ver… Pasó casi un minuto, silencio. Y me acordé de uno de aquellos títulos y exclamé en voz alta:
     ─¡La Galatea!**
     El dueño se rio con malicia tapándose la boca y el hombre sorprendido se acercó y me estrechó la mano. «No puedo creerlo», nos dijo a mí y al dependiente. Todavía con cara de incrédulo me miró y me dijo, «permítame que lo invite a una cerveza». Le respondí: «no puedo, voy a manejar, gracias». Así que le indicó al dueño «letrado» que agregara una lata a mi pizza y que la cargara a su cuenta para que me la llevara a modo de premio. 
      Gracias don Miguel (de Cervantes) por la «Paceña».
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*«De cuyo nombre no quiero acordarme» es un giro empleado por Cervantes en el inicio de El Quijote, el que según la Real Academia Española (RAE) equivale a decir «no voy a acordarme» o «no llego a acordarme» en nuestro español contemporáneo.

**La Galatea es una novela del género pastoril, sin embargo, su gran contenido psicológico es notable por las visiones del sentimiento de amor de sus personajes. Fue escrita por Miguel de Cervantes y Saavedra en 1585 en Alcalá de Henares. «La Galatea» es anterior a «El Quijote», novela esta última publicada en su primera parte en 1605.