Tuesday, May 03, 2016

NELSON ESCOBAR FUE EL ALMA DE MI CURSO

Nelson Escobar, durante la grabación de una nota periodística en canal 5. Imagen tomada de Facebook.
     A Nelson Escobar lo conocí en 1967 cuando juntos ingresamos a la Escuela  de  Periodismo  de  la  Universidad  de   Concepción   que entonces funcionaba en la planta  baja  de  la  Escuela de Medicina. Llegamos  calladitos,   medios   cohibidos,   conscientes    de    la importancia de la carrera y sabiendo los nombres de profesionales egresados que ya daban que hablar en los medios. Cuando pasaron los días   el entrañable amigo  de  Nelson,  Carlos Bastías  –ambos provenían del mismo colegio-- comenzó a nombrarlo con el apodo que se había ganado allí en Chillán: "Mateo". Así que el resto de los estudiantes también comenzamos a decirle "Mateo", sin duda porque en su establecimiento chillanejo debió ser muy estudioso y nosotros comprobamos que en la Universidad  lo  era  aún  más. A medida   que  pasó  el  tiempo,  Nelson  desplegó  toda  esa efusiva personalidad, risueño, bueno para las tallas. Él descubrió que todos teníamos algún vínculo con el campo (¡quién no, en esos años!) y comenzó a decirnos a todos:  “huasos”  o  “huasitas”   a     algunas compañeras, por lo que, sin pensarlo, el apodo se revirtió y al final él era “el huaso Escobar”,  nuestro popular huasito.


Nota realizada por Nelson Escobar para TVUC 5. En la segunda
parte del video oirán la voz del periodista en el relato
y en las entrevistas. La fecha parece ser 1983.
     Vivía en Cabrero, donde sus padres tenían un almacén de abarrotes. En un par de ocasiones me invitó a su casa y pasamos unas de jornadas simpáticas en “la ciudad del sol”, como él llamaba a su localidad, evocando algún lema del municipio cabrerino. Su papá poseía un campo en las cercanías, que visitamos también. El predio tenía un gran bosque de pinos. Caminamos una tarde por el trumao entre las zarzamoras y esos árboles; es parte de lo que recuerdo. En una fiesta de matrimonio en Cabrero, después de la ceremonia y los bailes, Nelson sorprendió a los invitados con un enorme saco de cholguas que había comprado en Lirquén. Sobre una parrilla comenzó a desparramarlas para cerrar la fiesta con una cholguazo y harto limón cuando la claridad del nuevo día se manifestaba en "la ciudad del sol".

     Después de la titulación en Periodismo, cada uno siguió su rumbo. Él llegó a sentir tanto afecto por sus compañeros de carrera que tempranamente concibió la idea de juntarnos a todos. Fue así como bajo su iniciativa, los ex alumnos de Periodismo nos reunimos en la termas de Chillán allá por 1989 con el eslogan “Que veinte años no es nada”.  Mucho tiempo después lo intentó de nuevo pero la convocatoria tuvo un éxito parcial.
     A pesar de la distancia y el paso del tiempo, seguí manteniendo un contacto con Nelson. Siempre era el mismo hombre, dicharachero, alegre, jamás triste. Hasta que el día menos pensado me informé por las redes sociales que estaba afectado de esa enfermedad incurable. A través de Gilda le envié saludos y buenas vibras. Yo tenía ganas de estrechar su mano, pero esa situación no se dio porque un viaje programado a Concepción se fue posponiendo. Hoy leo que ha fallecido y con mucha pena reconozco que Nelson fue el alma de nuestro curso de Periodismo de la Universidad de Concepción. Nadie más que él sería capaz de reaglutinarnos, al menos por unas horas, para vernos y conversar de aquellos lejanos y hermosos años de juventud.