Una vez oí decir a alguien que el Cerro Santa Lucía se estaba convirtiendo en un cenicero de los edificios del centro.
Con el aspecto de un jardín elevado en cierto modo, vive la amenaza de la modernidad.
Un ejemplo potente lo constituyen estas dos fotos. La más antigua data de 1930; la actual la tomó mi amigo Jorge Reyes. En la primera, la estatua de Caupolicán se recorta contra los techos de la ciudad. En la segunda, se la observa contra los ventanales de un edificio moderno. Nótese que el ángulo de esta última resalta al indómito jefe indígena aplastado por estos fantasmas de lo nuevo.
El cerro retrocede, estrangulado por las calles y el ruido.
Sólo las generaciones mayores aún recuerdan el Santa Lucía como el ícono orgulloso de la capital. Los chilenos del futuro ni siquiera lo sabrán.
(✽Este es el título es un libro de R.Bradbury, cuyo original es «I Sing The Body Electric»).
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I sing the body electric
I listened to somebody saying that Santa Lucia hill had became the ashtray of the downtown’s buildings.
Like a garden in the high, faces the menace of the modernity.
A strong example of this is those two pictures. The older one is from 1930; the recent one was taken by my friend Jorge Reyes. In the first one, the statue of Caupolican looks to the roofs of the city. In the second one you can see it against the glass face of a modern building. In the last of the two you can notice the proud native smashed by those ghosts of the new.
The hill steps back, squeezed by the streets and the noise.
Only the old generations still remember the Santa Lucia as the clear icon of the capital. Those Chileans of the future will not.
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