En marketing, la gracia es ser primero. Sin embargo, lo entretenido del segundo es que un tropiezo del número uno, significa pasar adelante. Con astucia se puede tocar cielo.
El reto del líder es mantenerse y, si es posible, ganar espacio. El problema resulta parecido al de las carreras de autos en que el puntero maneja más preocupado de los espejos.
El riesgo del segundo es quedarse pegado por mucho tiempo, porque allí puede sacar patente de segundón, un título poco honorable y que fue usado con ironía en la presidencial pasada.
Pero, el lugar más incómodo es el tercero. Ni chicha ni limoná, igual que pertenecer al montón, desperfilado. Es la tumba, dicen algunos, aunque otros más optimistas retrucan este argumento diciendo que siempre se han visto muertos cargando adobes.
Aparte de los números o de los gráficos, creo que estas premisas son las más útiles para interpretar encuestas. El drama está en pleno desarrollo, amigos, porque nadie quiere que le cuelguen la medalla de bronce.
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