La percepción de la delincuencia proviene de los medios. Los hechos policiales destacados con tanto detalle, como ocurre con la televisión, desatan la inquietud natural. Sin negar, por cierto, la existencia de aquellos actos concretos que los medios potencian. Así, el temor permanece vivito y coleando entre nosotros. Por tanto, debemos estar siempre en guardia.
El alcalde de Coronel propuso, no hace mucho, el empleo de armas para la autodefensa y otros políticos han seguido su pauta.
Digamos, éste es el mercado. Hay la necesidad de alguna protección, que provenga de cualquier parte, ya sea del estado, del municipio, del condominio, de los vecinos, de la cuadra y lo demás.
Habiendo mercado surgen las ofertas. Vea usted cómo nos ofrecen seguros para todo: autos con airbag; ahora salió una versión para motos: si se cae de uno de esos vehículos a tanta velocidad, no hay problema. Usted está a salvo.
Seguros de vida, qué decir; para enfermedades catastróficas. Alarmas para las casas, servicios de rondines, de celadores, más carabineros en las calles. El sistema, a través de los medios, nos mete miedo y nos ofrece la solución. «Viva tranquilo, por más años, contrate seguros». Muerdo el anzuelo, los compro. Con la póliza bajo el brazo no me siento más tranquilo, sin embargo. ¿Entonces qué? Estoy más arrogante, eso sí.
El círculo vicioso está en marcha: noticias atemorizadoras por televisión y un ejército de vendedores de seguros. ¿Qué les parece el negocio?, ¿genial, verdad?
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