Muchos turistas en 4x4 recorren hoy la carretera austral. Yo también lo he hecho recientemente, una linda experiencia. Conocí la zona en 1976 cuando el camino no existía.
Una de mis botas de goma se rajó medio a medio cuando pasé por entre la maleza porque una planta como el maguey, de hoja larga, actuó al modo de un cuchillo y me quedé virtualmente con un pie sin protección en el descampado y bajo la lluvia.
Esta experiencia la tuve mientras reporteaba para TVN la construcción de un tramo de la carretera austral, en el sector de Santa Lucía, al sur del lago Yelcho. Quien actuaba como mi guía en esta incursión por esa tierra virgen era un coronel de Ejército de apellido Van Schowen, encargado de las obras. Él me había advertido del peligro del contacto con los tupidos arbustos del sotobosque. Caminábamos saltando charcos, pisando los envaralados sobre los que echarían las piedras de la futura calzada.
A pie subíamos una cuesta para llegar a las faenas donde grupos de trabajadores con hachas y picotas abrían la senda luchando contra la naturaleza. Mientras avanzábamos teníamos a la derecha la montaña y a la izquierda un enorme desfiladero cordillerano que terminaba en un profundo río. El coronel se detuvo y lo mismo hicimos los demás. “Aquí tuvimos que usar dinamita”, contó Van Schowen, “para poder continuar con el camino. El problema fue que varios días después una parte de este cerro se vino abajo y se llevó a dos trabajadores. Están sepultados allá en el fondo por el rodado. Hicimos todo lo que pudimos para recuperar los cuerpos”.
Como la construcción de la Gran Muralla China, el camino Austral también tiene sus mártires. Me quedé pensando en los sufrimientos de esos trabajadores anónimos, cuando el repentino canto de un chucao me devolvió a la realidad. Mi reportaje, que salió al aire en las noticias de las nueve se refirió, en parte, a esos sacrificios.
En Puerto Montt me despedí de Van Schowen, un tipo amable con aires de ser hombre de campo. Años más tarde volví a saber de él, pero en circunstancias muy distintas. El avión en el que volaba cerca de Coyhaique sufrió un accidente y desapareció. Pese a las intensas búsquedas realizadas entonces, la aeronave no fue encontrada, situación que se mantiene hasta hoy. Tampoco fueron hallados sus ocupantes. Corrieron la misma suerte de aquellos trabajadores anónimos. Con la muerte del coronel, muchas historias sobre ese camino se perdieron.
No hace mucho tiempo el alcalde de Cochamó me dijo que quería colocar en el centro de la placita de Río Puelo, un busto en recuerdo de Van Schowen, como un homenaje a un realizador poco conocido de la ruta austral. Le sugerí que ese reconocimiento también podría hacerse extensivo a todos quienes dieron su vida en la construcción de ese hermoso camino de Chile.
2 comments:
Excelente historia...me habría encantado conocer a ese personaje
Muy entretenida la historia, mejor el argumento de los chucaos, ese sonido me transporta irremediablemente al sur. A lo mejor seria interesante colocar un mapita de ubicacion para quienes no conocen.
Eso.
Saludos
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