Lo invito a que observemos juntos los caminos distintos que toman los hombres y la naturaleza en el cumplimiento de sus tareas.
Cuando la raza humana trabaja, contamina; cuando lo hace la naturaleza, ocurre lo contrario, el ambiente se limpia.
Veamos: una empresa construye un edificio de departamentos. Dependiendo de la altura y el tamaño, los trabajos pueden tomar más de un año. Durante la construcción se generan ruidos espantosos, un vasto perímetro se ensucia con polvo, barro y escombros, se producen malos olores.
Del otro lado, veamos como lo hace la naturaleza, supongamos un bosque. Los árboles crecen en silencio, sostenidamente, van consumiendo gases tóxicos y crean microclimas y hábitat para otras formas vivientes. En madurar un bosque de pinos puede tardar veinte años, pero desde muy jóvenes los árboles son una bendición.
Para hacer el edificio, los hombres gastan una desproporcionada cantidad de energía. Digo desproporcionada porque inciden factores como su transporte al lugar donde se construye; por la entropía; por la producción en los pozos petroleros remotos o por el funcionamiento de las centrales termo e hidroeléctricas. Eso es contaminación ambiental indiscutida.
En cambio, para crecer, vigorizarse y madurar, un bosque también necesita energía. Pero, la naturaleza no consume ni petróleo ni electricidad proveniente de fuentes contaminantes para construir la espesura. Simplemente usa energía producida en otro mundo: el sol, la que es transportada limpiamente, sin ruido, a la tierra a la velocidad de la luz.
Otro ejemplo, un invierno seco amenaza con un descenso de los embalses, con una disminución de los cauces y la falta de lluvias prolonga y aumenta la suciedad del aire. Suciedad que nosotros mismos producimos. Pero, de pronto, apenas con un anuncio de horas, la naturaleza se apiada, sopla el viento, arrastra nubes y llueve limpiando nuestro aire y convirtiendo un cielo gris de smog en un cielo azul y diáfano, para que nosotros lo enturbiemos otra vez. Para hacer llover, la naturaleza transportó millones de metros cúbicos de agua desde el océano al continente sin quemar un solo litro de gasolina sin hacer ni ruido. Maravilloso. ¿Cuánto deberíamos gastar y contaminar los humanos para lograr algo mínimamente parecido?
Yo diría que es suficiente con los ejemplos, porque los hay por decenas y los va encontrar usted mismo con una sola mirada a su alrededor.
Si la cosa es tan clara como lo hemos expresado, ¿qué nos cuesta aprender la lección de la naturaleza?, cuidar nuestro mundo y heredarlo impecable a las generaciones del futuro. Cada vez que construimos contaminando, más lejos estamos de los caminos de Dios. Y un día la misericordia se va a agotar...
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