Debe ser complicado meterse con gente de harto renombre –digamos, vacas sagradas–, en materias personales, porque como tales probablemente pueden tener respuestas ingeniosas y hasta convincentes para todo, más que razones de peso. De allí que se requiera de una buena cuota de coraje para intentarlo.
¿Se atrevería usted a pedirle cuentas a Oscar Garretón, por ejemplo?, ¿a José Joaquín Brunner, a Enrique Correa, a Eugenio Tironi?, ¿Pedirles explicaciones por sus cambios radicales en sus actitudes, en sus posturas políticas o en sus concepciones filosóficas, respecto de lo que pensaron, dijeron o hicieron en el pasado?
Yo, no. Si tuviera la opción personal de hacerlo, no. Sólo lo haría profesionalmente si las circunstancias y el propósito lo avalaran, previamente conversado, eso sí.
Por eso me llaman la atención los que se atreven en la personal, no sólo con los nombres citados sino con todos aquellos a los que podríamos rotular de intocables en el ámbito social, académico, empresarial o del poder. Como lo hace el gordo Michael Moore con sus documentales cinematográficos.
Diría que la irreverencia definitivamente es admirable, pero desde afuera.
Y esta materia viene al cuento, porque el domingo anterior UCV Televisión emitió un documental realizado y protagonizado por el diputado de izquierda Marco Enríquez-Ominami. Resumen: él mismo golpeando puertas, tratando de hallar respuestas al porqué de la muerte de su padre Miguel Enríquez respecto de la vida acomodada y tranquila de la que hoy disfrutan algunos de sus coetáneos.
Marco fue recibido por las personas nombradas más arriba, quienes respondieron a su modo las preguntas al planteamiento de fondo de la película.
Valiosa la producción por el intento, por el logro y por la perspectiva desde la humildad demostrada claramente en pantalla por su realizador. Me sorprendió positivamente este trabajo. Es de esas películas en las que una vez terminada, uno sigue conversando sobre el tema.
¿Se atrevería usted a pedirle cuentas a Oscar Garretón, por ejemplo?, ¿a José Joaquín Brunner, a Enrique Correa, a Eugenio Tironi?, ¿Pedirles explicaciones por sus cambios radicales en sus actitudes, en sus posturas políticas o en sus concepciones filosóficas, respecto de lo que pensaron, dijeron o hicieron en el pasado?
Yo, no. Si tuviera la opción personal de hacerlo, no. Sólo lo haría profesionalmente si las circunstancias y el propósito lo avalaran, previamente conversado, eso sí.
Por eso me llaman la atención los que se atreven en la personal, no sólo con los nombres citados sino con todos aquellos a los que podríamos rotular de intocables en el ámbito social, académico, empresarial o del poder. Como lo hace el gordo Michael Moore con sus documentales cinematográficos.
Diría que la irreverencia definitivamente es admirable, pero desde afuera.
Y esta materia viene al cuento, porque el domingo anterior UCV Televisión emitió un documental realizado y protagonizado por el diputado de izquierda Marco Enríquez-Ominami. Resumen: él mismo golpeando puertas, tratando de hallar respuestas al porqué de la muerte de su padre Miguel Enríquez respecto de la vida acomodada y tranquila de la que hoy disfrutan algunos de sus coetáneos.
Marco fue recibido por las personas nombradas más arriba, quienes respondieron a su modo las preguntas al planteamiento de fondo de la película.
Valiosa la producción por el intento, por el logro y por la perspectiva desde la humildad demostrada claramente en pantalla por su realizador. Me sorprendió positivamente este trabajo. Es de esas películas en las que una vez terminada, uno sigue conversando sobre el tema.
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