Estudiosos de las comunicaciones afirman que los medios construyen la realidad social y yo agregaría que también la deforman, creando espejismos, convirtiendo como si fueran materias generales, asuntos que son particulares.
Conversé acerca de esta cuestión con una persona que viajó desde el sur y que no conocía Santiago. De inmediato me interesó saber si las imágenes de la ciudad que había visto por la televisión y, por tanto, la idea que él tenía de la capital eran similares a las que él estaba comprobando por sus propios ojos. Sus respuestas fueron sorprendentes:
«Primero, cuando el bus se detuvo en el terminal pensé que sentiría más calor del que me recibió en el andén. Me había hecho el ánimo para sofocarme y la verdad es que no era distinto de la temperatura promedio de mi pueblo, unos 27 grados centígrados a esa hora de la tarde».
Continuó mi huésped:
«Segunda realidad, pensé que el aire sería más pesado, irrespirable, que habría smog por todos lados y comprobé que la brisa era la misma que mece las galegas de la zona central. Nada nuevo».
«Tercera realidad, cuando salí a la Alameda me preocupe de abrir bien los ojos, porque los delincuentes y cogoteros estarían esperándome detrás de los quioscos de bebidas o que muchos patudos se acercarían de inmediato a mí a contarme algún cuento del tío. Nada que ver, los santiaguinos resultaron ser tan amables como los habitantes de mi pueblo. Eso que la gente del sur es buena onda es cierto, pero aquí en Santiago, también».
«Cuando llegué a la estación del metro imaginaba que tendría que luchar codo a codo con agresivos pasajeros para abordar ese medio de transporte. Nada más lejano a la realidad. Después al momento de subir a un taxi, me sorprendió que el vehículo llevara sus vidrios abajo, puesto que yo sabía que los cogoteros quitarían sus pertenencias a los pasajeros y saldrían huyendo. Sin embargo, pude viajar a mi destino en taxi con el codo apoyado en la ventana».
«Por último, la ciudad es más grande que la que muestra la televisión. El centro es enorme, los edificios son más altos de lo que imaginé y nunca pensé que los carabineros de La Moneda a uno lo trataban tan bien. Las imágenes que me llevo de la capital a mi pueblo, son muy distintas a las que me muestra la televisión».
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