Wednesday, February 21, 2007

NACE UNA NUEVA CULTURA CON EL TRANSANTIAGO


(Foto obtenida de un ejemplar de Newsweek del año 1998 es una de las tantas usadas para ironizar el sistema Transantiago).

  Las percepciones son subjetivas, por lo tanto en ellas el peso emocional puede superar a la razón. Así, uno percibe que una persona es agradable, pesada, simpática, eficiente, emprendedora, amistosa. La percepción también vale para las cosas.
     Como la mayoría, comencé a usar el sistema de transporte público de superficie cuyo nombre de fantasía es Transantiago. Tiene hartos vericuetos el servicio, que no voy a enumerar. En este sentido creo que hacia fines del presente año los ciudadanos de la capital recién nos manejaremos con propiedad en el sistema. Un año, estimo, que tardará en imponerse esta nueva cultura para moverse por la ciudad.
       Es una nueva cultura a la que tendremos que acostumbrarnos, así como nos cambiamos de la máquina de escribir al computador o aprendimos a manejar y usar los teléfonos celulares.
   Como usuario, percibí nuevas realidades emocionales. Las enumero a continuación:
      Cuando uno sube al bus de recorrido, hay que llevar una tarjeta de prepago  con sensor electrónio llamada  bip, no dinero en efectivo. Es necesario saber dónde exponerla o por dónde pasarla. Pero, no hay que preocuparse, porque en tal circunstancia sale a flote la solidaridad del chileno y alguien comedido enseña. Se aprende altiro.
   Durante el viaje hay una tendencia de todos a hablar con todos, preguntar por paraderos, tiempos de viaje y lo demás. Esa actitud yo no lo conocía antes.
   Se ha introducido un nuevo leguaje que comienza a integrarse a nuestro vocabulario: el troncal, el alimentador, la intermodal, el validador, la parada autorizada, entre otros términos.
  Aquel submundo de vendedores de bebidas, de parches-curitas, cantantes, artistas populares o mendigos que nos acompañaban en los viajes de las micros amarillas, ha desaparecido. ¿Adónde se habrán ido con sus productos y sus lamentaciones?
  A bordo de un bus del Transantiago parece que estoy en otra ciudad. Es como cuando uno se compra un par de zapatos que hay que amansar. Y si de emociones se trata, no echo de menos el sistema antiguo. Creo que con este sacrificio individual, todos ganaremos colectivamente.

✸ (Comentario de algunos años más tarde: pues volvieron todos).

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