(Foto: www.foto.devalmoro.es)
Como los faranduleros no han hablado del triángulo amoroso entre astronautas, hay un asunto de lo más sabroso porque incluye hasta un intento de asesinato, aquí vamos con el análisis:
Dos mujeres se disputan el amor de un caballero: La víctima de los engaños, la astronauta Lisa Nowak; su rival, una oficial de la fuerza aérea, Colleen Shipman y el caballero, el astronauta Bill Oefelein.
Nowak voló el año pasado en el Discovery y su especialidad era mover el brazo mecánico del transbordador. Shipman es una ingeniera a cargo de los lanzamientos de cohetes en Cabo Cañaveral y Oefelein es un hombre que se desempeña bien en el espacio extraterrestre, pero que no se maneja con las mujeres.
El asunto es muy serio porque informada de la infidelidad del caballero, Nowak decidió deshacerse de Shipman. La esperó en el aeropuerto y la atacó con un producto químico con el propósito de eliminarla. Fue detenida y está presa.
Este descontrol de emociones pudo haber tenido efectos catastróficos. Imaginemos que Shipman se hubiera querido deshacer de Nowak, pudo haber hecho que el Discovery estallara en el despegue.
Pensemos que la celosa Nowak se hubiera querido tomar desquite de Oefelein. Como experta en el brazo mecánico del transbordador pudo haber conseguido cortar el cable que unía al astronauta a la nave durante una caminata espacial. Oefelein, en ese caso, habría quedado flotando en órbita, sin ayuda, sin oxígeno, sin comida, sin comunicación. Tendríamos el primer cadáver girando para siempre en torno a la tierra.
Por último, si Nowak hubiera matado con sus manos a Oefelein en la estación orbital internacional, habríamos visto el crimen por televisión. Pero, desde el punto de vista jurídico ¿qué tribunal tendría competencia para juzgar un asesinato en el espacio exterior en una nave multinacional?
Ningún escritor de ciencia ficción que conozco imaginó un triángulo amoroso con tanto riesgo potencial. Los expertos deberán abocarse ahora a desarmar triángulos por las buenas y no ser mudos testigos de infidelidades, antes que el problema les estalle en la cara. Afortunadamente la víctima de los devaneos del caballero optó por actuar contra su rival con los pies en la tierra, donde la aplicación de la ley no admite opiniones en contrario.
Yo creo que el juez que ve el caso tiene que citar a los testigos y "tapaderos", ya.
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