Cuando vemos televisión, ¿qué es más importante, el sonido o la imagen? Un camarógrafo salta de su asiento y dice: la imagen; el operador de una mesa de audio mueve negativamente la cabeza y dice: el sonido.
Analicemos un ejemplo. Estamos viendo una película y se corta la imagen, pero el sonido continúa. En la oscuridad nos quedamos esperando a que se restablezca «el mono», pero mientras tanto seguimos la trama con el oído. No hay problema.
Frente a la misma película, se interrumpe el audio y la cinta sigue rodando muda. Ah, aquí hay problemas. Pasó algo; ¿qué fue lo que pasó?, nos preguntamos de inmediato.
Por estas dos reacciones empíricas me atrevo a pensar que la verdadera continuidad está en el sonido, aunque se molesten los camarógrafos. No en vano Aristóteles decía que uno de los grandes placeres es la música.
No imagino un mundo sin sonidos. Por lo tanto, me complazco oyendo que cada movimiento, cada golpe, cada paso, el agua, la lluvia, la noche, un día soleado tienen sus sonidos propios e inconfundibles. Pero, hay seres humanos que viven en la sordera profunda y no conciben, no entienden siquiera la idea de los sonidos.
Hace veinte años irrumpió la tecnología del implante coclear, que devuelve en algunos casos el sentido de la audición. A través de un procedimiento quirúrgico se hace llegar un fino cable al oído interno donde hay 16.000 células receptoras. El cablecito trae desde el exterior el sonido eléctrico, estimula esas células y el impulso sigue viaje a la corteza cerebral. ¡Ése es el sonido!
Los médicos que hacen estos implantes en el Hospital Barros Luco, gracias a un programa del Ministerio de Salud, en niños que nacen sordos. El resultado es increíble. Cuando el paciente oye por primera vez cree que es otra forma de ver, de sentir, de oler, de saborear. Algo maravilloso les ocurre, porque han ingresado recién a la dimensión del sonido. El gobierno espera que estos resultados sigan dando frutos, para poder continuar invirtiendo en chilenos sin capacidad auditiva.
----COMENTARIO: Creo que en tiempos del Presidente Reagan, cerebros de sus aparatos comunicacionales se propusieron hacer una prueba sobre el impacto de imágenes y sonido en forma de texto simultáneo. Las imágenes mostraban al Presidente en varias situaciones positivas y también otras como las del atentado que sufriera el mandatario. Al mismo tiempo, se daba curso a un texto leído en el que se emitían críticas y ataques a Mr. Reagan. Un focus concluyó que las personas recordaban casi perfectamente las imágenes y mucho menos las críticas y ataques.
De todas maneras... ¡Viva el sonido!
Cordiales saludos,
Max Wenger
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