Friday, July 07, 2006

BARBARIE EN BROADWAY



Función en Broadway a las 8 PM. La reserva la hice desde mi hotel, el Russel, por lo que bastaba con que me presentara en la boletería para retirar el ticket y listo. Con otros dos amigos, un maltés y un nigeriano, nos dirigimos al espectáculo bajando hacia el W por la calle 51.
     Un grimillón de gente. Oficinistas regresaban a sus hogares en New Jersey o Long Island, mientras nosotros avanzábamos conversando. Y, ojo, que había que caminar en estado de alerta, no para ir relajados.
    Mi amigo Sammut, que vive en La Valetta, capital de la Isla de Malta, se encontró de frente con un pordiosero que venía con una bolsa de papel en la mano. El sujeto de barba y muy desaseado se abalanzó sobre él, como en el fútbol, y luego de chocar se lanzó a tierra, como si fuera víctima de un foul. Debí sujetar a Sammut para evitar que corriera igual suerte. Pero mi amigo estaba firme. El pordiosero había fingido el porrazo. Por cierto que la bolsa de papel saltó lejos. Y he ahí la trampa: una botella de trago en su interior se hizo añicos.
    Sammut se puso rojo e increpó al tipo que estaba en el suelo, por su falta de cuidado. Pero, mejor no lo hubiera hecho, porque el hombre se paró e hizo un escándalo mayor ahí mismo en la esquina de la Quinta Avenida. «Señor, usted es un irresponsable. Mejor pídame disculpas y págueme la botella que me ha quebrado. Era un regalo muy caro. Págueme o llamo a la policía». El tipo gritaba y Sammut le respondía. Advertí a mi amigo que no siguiera involucrándose con el tipo. Me hizo caso, pero el hombre nos siguió y nos gritaba en las orejas. Los tres caminamos impávidos, hasta que el sujeto se dio por vencido dos cuadras más allá. Estaba claro que quería dinero para comprar más trago, el incidente era su estrategia.
    Llegamos al teatro comentando este episodio del cuento del tío en plena Gran Manzana.
   Nos pusimos a la cola que llegaba hasta la esquina para retirar nuestras entradas. Detrás de nosotros había dos mujeres de aspecto asiático, parecían japonesas. Por su ubicación en la fila estaban definitivamente en la vereda junto a la acera. Conversaban. De pronto, un cabeza rapada en skate irrumpe a toda velocidad y se lanza contra la fila gritando «¡a un lado!», para que lo dejaran pasar. Y embistió a la japonesa de mayor edad, la que saltó lejos. Por suerte no cayó, gracias a que su amiga le dio una manito. La víctima, roja también, las iba a emprender a gritos contra el sujeto que se alejó haciendo slalom entre el público. Pero, su amiga la contuvo diciéndole. «Contrólate, ¡esto es Nueva York!»

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