Tuesday, July 18, 2006

LA ESTRATEGIA ESCONDIDA DE CONDORITO


       El peluquero me alcanzó la revista Condorito para matar el tiempo mientras llegaba mi turno. Miré los dibujos, leí los chistes al pasar, me encontré con los personajes de tantos años y de tantas generaciones. Los mismos. No han cambiado, sólo los diálogos parecen actuales.
      ¿Qué diferencia a este ícono nacional de otras tiras cómicas? No es el contenido de los chistes ni las tallas bien chilenas. Hay algo permanente que salta a la vista y que como es tan evidente, cuesta adivinarlo. Vea usted cómo Condorito no pasa de moda y cada vez engancha a nuevos seguidores. Por eso, los ejemplares están tirados en las mesitas de centro de las salas de espera y hasta se los pude comprar en tiendas de Nueva York.
          Yo le voy a decir, según mi entender, cuál es la clave. Todos los personajes de la tira cómica tienen una característica que no ha variado. Fijémonos en los doctores, por ejemplo, son señores gordos, altos, de bigotes y lentes de marcos gruesos. Los jueces, sentados sobre enormes sillones, son calvos, enérgicos, de abundante mostacho. Las enfermeras, delgadas o gruesas, pero igualmente mayores. Grupos de personas reunidas, todas grandes, vestidas formalmente como si tuvieran muchos años, pero activas y vivaces.
        ¡Ésa es la clave!
       Pepo nos muestra a todos sus personajes desde la perspectiva de un niño. Alguien que recién haya cumplido siete años, por ejemplo, verá a los integrantes de la sociedad de ese modo: gente grande, formalmente vestida, de muchos años, pero vitales. Porque si invertimos el escenario, para usted o para mi, un médicos puede ser perfectamente un tipo muy joven. La televisión nos muestra a los jueces de la nueva justicia y son casi adolescentes. Pero, si se lo preguntáramos a un niño, nos diría que estos ejemplos son como los muestra la tira cómica: gente mayor, seria y formal.
      ¡Bingo!, por eso Condorito tiene para largo, aunque su creador haya partido ya hace rato. Los personajes, digamos, de la sociedad «condorítica», están presentados como los vería un niño. Y aquél cuando haya crecido seguirá identificándose con el personaje por los lazos emocionales que le recordarán la niñez. Por eso, ya mayor, aceptará con agrado que el peluquero le alcance el Condorito para matar el tiempo.

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