(Foto: Francisco A Rodríguez Ramírez 2005, la Vía Láctea. www.astroeduca.com)
Un joven de 26 años despejó las dudas y aclaró las contradicciones de la física de toda la historia formulando la famosa Teoría de la Relatividad en 1905. El trabajo de Albert Einstein pareció terminar con las preguntas más intrigantes. Casi todas podían ser explicadas con esa herramienta en la mano.
Los científicos estaban convencidos que las galaxias y las estrellas si bien se estaban alejando en el espacio infinito, la fuerza de gravedad pondría las cosas en orden. Esto terminaría con que las estrellas en algún momento iniciarían su viaje de regreso hacia el centro.
Pero, los últimos estudios revelan que, por el contrario, el universo lejos de frenarse, como se creía, sigue expandiéndose y acelerándose. O sea, nada ni nadie lo detiene.
La siguiente es la pregunta que intriga al mundo científico: ¿cuál es la fuente de esta fuerza misteriosa que empuja a las estrellas y a las galaxias hacia afuera? Como no hay respuesta la han llamado energía oscura y han calculado que ella representa el 70 por ciento del total de la energía del universo. El 30 por ciento restante es la suma de la materia visible, la invisible y la radiación.
Los astrofísicos responsabilizaron al vacío. Es decir que el vacío per se genera esta fuerza repulsiva. Hay algo desconocido allí que jala a la materia hacia la periferia o, si se quiere, que “la chutea” para la galería.
Tal es la tarea para la casa de la física en el presente siglo. Descubrir o explicar el misterio requiere de un segundo Einstein. Aquél tendrá que decirnos qué cosa tan enorme permanece sin ser vista en el vacío que deja en vergüenza a la reina de todas las fuerzas conocidas: la gravedad*.
(*Nota: Este trabajo se realicé gracias a los datos proporcionados por el Dr. José Maza, Premio Nacional de Ciencias.)
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