Vivir en la incertidumbre es una característica de la postmodernidad, nos dicen a modo de consuelo. Pero, no nos enseñaron a enfrentar esta circunstancia.
Desde el punto de vista social antes, la mayoría vivía en la certeza: trabajo estable, sueldos a tiempo aunque no abundantes, vacaciones en el verano, jubilación después de pasar 30 años en una misma empresa.
Se vivía también al ritmo de las estaciones del año: en verano ensaladas de tomate, sandías, porotos granados. Carne de cerdo y frijoles con rienda en invierno.
Pero, llegó la globalización y todo cambió. No existen fuentes de trabajo estables, las vacaciones si es que las hay, se toman cuando sea, las ensaladas de tomate se sirven en las mesas todo el año. Desde el sótano de esta nueva era, la incertidumbre nos hace señas.
Se terminó la infancia. Ya no vamos de la mano con papá o mamá. Estamos solos con nosotros mismos. En una sociedad madura, hay que enfrentar el mundo con lo puesto.
A menos de un mes de elegir una presidenta o un presidente, tengamos claro que el que salga no nos tirará el salvavidas. Me refiero a la mayoría, porque los apitutados buscarán siempre la teta a la que aferrarse en las turbulencias de nuestro incierto modo de vida postmoderna.
THE END OF INFANCY
Living in uncertainty is a postmodern life characteristic, they tell us to
console ourselves. But, they didn’t teach us to face that circumstance.
Before, from the social point of view, majorities lived in the certainty: steady jobs, incomes on time even if the were not enough, vacations in summer time, retirement after 30 years in the same company.
We lived at the season of the year rhythm: tomato salads, watermelons in summer. Pork and beans in winter.
But, globalization arrived and since then, everything changed. No more steady jobs, not vacation in summer time necessarily, tomato salads all the year long. From the dungeon of this new era, uncertainty waves hands.
It is the end of infancy. We no longer grasp our parents’ hands. We are alone with ourselves. In a mature society we have to go without.
Less than a month from now we have to choose a new president. But we have to be clear that he or she won’t give the life jackets we need. Of course, I am talking about majorities, not of those that live of the fat of the land always under the government’s umbrella.
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