Tuesday, October 25, 2005

EN LA CÁRCEL, UN HOMBRE PIERDE LA INICIATIVA PERSONAL



         Nada habría de distinto entre una cárcel construida en una isla y un recinto penal común, porque estos últimos son islas en sí mismos. El problema no es dónde está la cárcel, sino cómo la sociedad ayuda a recuperar a los que permanecen adentro.
     Para el padre Nicolás Vial, presidente de la Fundación Paternitas (en la foto), con quien conversé ayer, el peligro del efecto carcelario sobre los internos es tan grave, que la sociedad debería estar más preocupada cuando alguien ingresa en calidad de condenada, porque al salir será una persona aún más peligrosa.
    Y estima que la cárcel no sólo hace más agresivo a un delincuente por lo que pueda aprender de los demás internos, sino porque el sistema penitenciario le niega la posibilidad de valerse después por sí mismo.
      Explica el padre que la rutina carcelaria marca a estas personas. Por ejemplo, que haya una luz encendida a nadie le importa, porque se apaga sola a tal hora; si hay una llave con el agua corriendo, nadie la cierra, porque alguien la cerrará; etc. La iniciativa personal desaparece. Y esa subcultura acompaña a quien sale de allí. Entonces aquel no tiene posibilidad alguna en el mundo porque perdió el sentido de la competencia y la iniciativa personal indispensable se le olvidó.
     Eso es lo que hay que cambiar.

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