Vimos por televisión desde Roma la canonización del Padre Hurtado, quien es desde ahora santo de toda la humanidad. Era evidente que esas transmisiones llevaron alegría a millones de chilenos aquí y allá.
Sin embargo, quiero mencionar una realidad tremenda: el sacrificio de los profesionales de la televisión, que lograron ese producto audiovisual.
Sostener una continuidad maratónica para llevar una señal limpia, ordenada y pulcra con buen contenido al espectador, fue el resultado de esfuerzo, nervios y stress. Muertos de cansancio, los periodistas lucieron sus caras más sonrientes.
Siempre ha sido igual, me podría rebatir alguien. Claro, pero nadie lo reconoce.
Y todavía vienen más sacrificios: la campaña electoral y los comicios del 11 de diciembre. Porque cuando termina el año, el cuerpo ya no resiste de tanto trabajar para el día a día más estos agregados especiales. Tampoco se ha dicho que las empresas televisoras pasan por alto los rojos del calendario, porque para los gerentes todos son días laborales. O sea, más carga en la mochila.
Como en los hospitales, en la tv no hay descanso; salvo que allí los pacientes pueden esperar.
En este contexto, un amigo de la tele me dijo: «Estoy rogando que ojalá la elección presidencial se resuelva este 11 de diciembre. Porque si hay segunda vuelta, cagaron mis vacaciones».
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