Sibucal, como decíamos, es un sindicato, pero también es una empresa. Tiene 35 socios y da empleo a 16 personas. Han ido creciendo gracias a su constancia y espíritu emprendedor, pero también con los créditos otorgados por Banco Estado Micro Empresas, otras instituciones y porque han recibido un par de hectáreas marinas donde cultivan su producto. La minúscula superficie de mar que les fue asignada no se compara con la enormidad concedida a la empresa Camanchaca, por ejemplo. Pero, igualmente, ellos están contentos porque sus ostiones ya hallaron mercados en Francia.
El sindicato es citado como un modelo nacional de organización en la base y sentido emprendedor. Son gente sencilla, pero trabajadora. Sibucal tiene un camión, un bote de operaciones bahía con brazo hidráulico, que le permite cosechar los ostiones del mar, un bote menor con motor fuera de borda y un trimarán, que les proporciona una superficie de unos cien metros cuadrados sobre el mar en el cual realizan todas las operaciones para sus cultivos.
Don Tito Alfaro fue uno de los socios fundadores de Sibucal. Él trabaja un día de la semana gratis para la organización y en la actualidad está a cargo de la bodega en su sede del centro de Caldera. Sólo de ese modo, un sindicato que deriva en empresa, puede echar raíces, crecer y transformarse en un lucrativo medio de vida.
Me gustó el ánimo de estos trabajadores, su fe en el porvenir. Cuando les falta plata para pagar una cuota de un crédito, se ponen en acción. No le piden a otro banco. Don Tito me dijo que en ese caso, la orden es clara: ¡Ya, muchachos, todos a sacar lapas para reunir el dinero y cumplir con el banco! Las lapas de venden rápido y, por tanto, es dinero fresco.
(En la foto, don Tito Alfaro con el autor a bordo del bote bahía en Bahía Inglesa)
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