Todo es temporal. Pasamos por el caos de la vida y después somos un recuerdo, para algunos. Sin embargo, el arte parece ganar esta batalla por permanecer en el tiempo. Allí están las pinturas rupestres de Altamira, los bajo relieves del hombre pájaro en Isla de Pascua, los frescos de la capilla Sixtina o el mural de la ex estación de Ferrocarriles de Concepción.
Pero, en Chile tuvimos un arte de origen partidario, cuyos creadores construían conscientes que la obra sobreviviría apenas un par de horas. Los expertos lo llamaron arte efímero. Los pintores los hacían, les tomaban fotos y lo bellamente realizado se caía a pedazos, como los castillos de arenas alcanzados por la marea. Debido a que el mensaje era político, los contrarios convertían su destrucción en una orgía.
El grupo exponente del arte efímero en Chile fue la Brigada Ramona Parra (BRP), proveniente del Partido Comunista. Pintaron en las defensas del Mapocho, en la Alameda y en otros lugares expuestos. Pero esos murales coloridos y brillantes tenían su tiempo contado, por las razones señaladas.
Sin embargo, existe un mural de la Brigada Ramona Parra que desafía el tiempo y que permanecerá por muchos años. Está en el hall del hospital del Trabajador de Santiago. ¿Cómo? Claro, el grupo participó en un concurso convocado por esa institución en 1972 y lo ganó. Pintaron en un muro de 12 metros de largo por tres de alto, bajo techo y protegido, garantía de permanencia. Estamparon una soberbia alegoría con predominio de mujeres y de palomas. Dicen que cuando terminaron, sus artistas siguieron el clásico rito callejero de la BRP . En el hall dieron su grito de batalla: “¡Brocha, pincel y garra. Brigada Ramona Parra!”
(La foto es propiedad del autor de esta nota)
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