Wednesday, March 22, 2006

EL HÁBITO HACE AL MONJE


       Comparto esa rebeldía juvenil que se expresa en la vestimenta, también su visión crítica frente a la política o respecto de las reglas del juego de la economía. Hasta aquí vamos bien, sin embargo, no me parece la mezcla que algunos adultos jóvenes hacen con su presentación personal.

      Por ejemplo, no entiendo que un profesional, por el sólo hecho de ser joven, lleve el cuello de la camisa desabrochado y la corbata suelta, no se afeite, use zapatillas y un ambo. Creo que esa persona está fundamentalmente equivocada y daré mis razones:
    Vestir informal, propio de los muchachos, tiene precisamente ese sentido: la informalidad, el recreo, aunque sean muy estudiosos. Lo que yo interpreto frente a personas así presentadas es «soy un tipo relajado, seguro de mi mismo y lo que pase o no pase en la sociedad me da exactamente igual». Diríamos, un gallo contestatario. ¿Sí?
   Por tanto, considero que cuando esta persona se mete en la máquina formal del sistema, no puede arrastrar esas modas estrafalarias, por muy serio, capaz y confiable que sea. Porque en el fondo hay un toque de rechazo a lo está haciendo. Quiero decir, si enganchamos con el sistema, seamos formales. Las mezclas en el vestir pueden irritar hasta al interlocutor más valioso para uno. Así de grave.
     Sugerencia: seamos informales cuando la circunstancia así lo dicte, esto es los fines de semana o en el pub. Pero, para ser tomados en serio, esas personas deben cambiar los hábitos. Con todo respeto, amigos, la mezcla en la ropa puede ir bien en un animador de televisión, donde todo es fantasía, pero en la vida real esa moda es una actitud infantil, una pose.
    Conocí a un joven que estudiaba periodismo y a su vez trabajaba. Para asistir a clases en la universidad se vestía como los alumnos y cuando iba a su trabajo se cambiaba de ropa completamente. Así debe ser la cosa.

(La foto de Canal 13 fue tomada de Google).

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