Friday, February 06, 2009

EL ENCANTO DE LOS TRENES DE ANTAÑO

(Estación de Bellavista en Tomé, en una foto de los años 50 (1950). El tren local va con destino a Concepción.)

      Mi amigo Luis me dijo que se iba de vacaciones y que lo único que le interesaba era viajar en tren hasta Linares, ahí se cambiaría a un auto. Es que el tren me trae muchos recuerdos lindos, ir sentado, mirar el paisaje, los campos y ese ritmo único que toman los vagones, el pitazo de la locomotora, continuó. Ojalá hubiera un tren con máquina a vapor, sería mucho más entretenido. Los buses interprovinciales mataron el tren, me dijo con tono de tristeza.
    No estuve de acuerdo. Le dije que estaba idealizando una situación, que el tren que tenemos hoy no es chicha ni limonada. No tiene ninguna de las pobres ventajas de los trenes de antaño. Además, continué, hoy el ferrocarril chileno está muy lejos de acercarse a la modernidad. Nuestros trenes de hoy no tienen gusto a nada.
    El ferrocarril a vapor exhibía ese encanto sutil de viajar en un vagón con vista panorámica, nada más. Pero, el traqueteo, te lo regalo. Los chirrido de los metales destemplaban los dientes. Y cuando iba una ventana abierta entraba el humo espeso de la máquina. Los ojos de los pobres viajeros se llenaban con el fino carboncillo que arrojaba la chimenea. Una camisa blanca podría durar una pasada. Y los baños, horribles.
    Le dije a mi amigo que en vez de soñar de irse en tren hasta Linares, mejor aprovechara la comodidad del auto de su hermano. En tren arriesgaba un atropello de alguien alcanzado por la locomotora y las dos o tres horas de espera hasta que un juez diera la orden de seguir la marcha. A Linares, en auto, de todas manera.
    Y la conversación que vino después, se refirió a nuestro ferrocarril de hoy. Le dije que lo que Chile necesita es un tren bala, moderno, con el aspecto de un avión capaz de correr a unos 500 kilómetros por hora. El tren soñado por Luis no murió por culpa de los buses, sino porque no lo adaptaron a los nuevos tiempos.
     Cuando el tren reinaba, existían pocos autos, los que a su vez no eran seguros y más encima costaban caro. Tampoco había buenas carreteras. Pero, después el ferrocarril se quedó atrás por la eficiencia alcanzada por los autos, los buses y las autopistas. Faltó, entonces, invertir a tiempo, investigar y desarrollarse. Para que volver a andar en tren sea atractivo y soñado, se requiere de convoyes muy rápidos, seguros y confortables.
    Luis estuvo de acuerdo con mis argumentos y me dijo, en realidad estamos en otra época. Pero, de todas formas me informó que viajaría por ese medio a Linares y defendió su porfía diciéndome que al final, irse en tren no era más que una humorada.

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