Wednesday, February 11, 2009

UN AUSTRALOPITECUS EN EL METRO


         Hace unos 4 millones de años caminaba en dos pies por los bosques, por las orillas de los ríos y en las costas del planeta una espacie parecida al hombre moderno, un homínido, que la ciencia ha llamado australopitecus, ya extinto. La misma fuente de conocimiento elaboró la teoría que descendemos de ese tronco del que también provienen los primates.
       Quienes tienen dudas dicen ¿si descendemos del mono, cómo es que sigue habiendo monos? Y hay quienes responden: No descendemos del mono, sino de un pariente lejano, el mismo del que salieron los monos.
      Como la teoría está armada a partir de las investigaciones de Darwin hay una reverencia generalizada a aceptarla como cierta. Y parece cierta, es cosa de ver la imagen recreada con las evidencias halladas.
    Una vez oí a un sacerdote decir que Dios creó al hombre moldeándolo a partir de un puñado de materia. Y esta materia, dijo el cura, no necesariamente podía ser puro polvo, sino que algo más: un mono. De algún modo la Iglesia aceptaría la propuesta darwiniana pero agregando algo que Darwin olvidó: la intervención divina.
      En un esfuerzo por conectar la teoría científica con la fe católica podríamos concluir que el hombre moderno proviene del australopitecus, pero no por un simple o complejo proceso evolutivo, sino por decisión del Creador. En todo caso presento mis disculpas por la extremada simpleza de este razonamiento.
     ¿Queda satisfecho usted con ambos argumentos? Claro que es difícil. Por el momento es lo que hay. Ya vendrán en el futuro otros "darwines" con otros razonamientos sobre este asunto.
    No deja de ser curioso el parecido del australopitecus de la imagen inventada con los rasgos fundamentales del ser humano, salvo que la intención del artista queda de manifiesto al colocar a este homínido en un ambiente moderno, lo que parece ser una estación de metro.
VERSION 2020.


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