Wednesday, February 11, 2009

LA MUERTE DE EULANA ENGLARO


        Esta crónica está basada en lo ocurrido a la joven Eulana Englaro, quien murió en una clínica italiana, por decisión médica; ella no estaba enferma, había sufrido un accidente que la dejó inconsciente. Veamos primero un contexto más amplio.       
       Los casos de personas que permanecen en estado vegetativo, debido a algún accidente u enfermedad, siempre atraen la atención de los medios. En enero de 1951, El Mercurio informó de la muerte del jugador de fútbol Miguel Martínez, del Atlético Madrid, luego de permanecer ocho años inconsciente debido a un extraño mal que invadió su cerebro. La fe demostrada por su esposa, quien decía que su marido era capaz de sonreír con sus palabras contra la rotunda negación de los médicos, despertó mi imaginación y escribí una historia de ficción a partir del caso.
        A mi héroe vegetativo lo llamé a Homero y a diferencia de Miguel Martínez, Homero despertó a la vida 34 años después de haberse dormido a causa de un error médico. En el relato exploré cuáles podrían ser los impactos que recibiría una persona que despierta luego de haber estado en la inconsciencia todo ese tiempo. Imaginé que las emociones serían extraordinarias: viviendo en el futuro inserto en el pasado.
         La historia de Homero la escribí hace un buen rato y la imagen de mi héroe volvió a mi mente, con la tragedia de Eulana Englaro (Italia), dejada a su suerte sin comida ni agua. Ella no resistió más de cuatro días, porque su corazón deshidratado dejó de latir. Los médicos aseguran que ella no tenía conciencia del sufrimiento. ¿Y si sufría?, se pregunta el doctor Gonzalo Alvear en una carta a El Mercurio. ¿No podría ocurrirle como la vida de los santos que ofrendan su dolor con alegría a Dios?, prosigue este médico. Pero, quienes la cuidaban hicieron un trabajo científico, brutalmente la desconectaron.
        Ése es el punto: negarle el pan y el agua a una persona para que se muera. Como hacían los nazis con los judíos en los campos de concentración. O sea, un crimen. ¿Les costaba mucho seguir sustentándola, si ya lo habían hecho por 17 años? Ella no estaba enferma, estaba en situación de inconsciencia y por tanto no podía alimentarse por sí sola.
     Me invade un sentimiento de vergüenza, por lo que seres humanos cultos han hecho con una persona indefensa. Qué pena que ella no tuvo la suerte de Homero, de volver a la vida después de ese sueño ingrato.

No comments: