Hay que tener paciencia de chinos para tratar con algunas personas. Así nos enseñaron: debíamos armarnos de paciencia para enfrentar con éxito algunas situaciones y poder sobrevivir. Hay quienes usan la palabra tolerancia como sinónimo. Pero, ése no es el asunto. Quiero referirme a la idea grabada que tenemos que los asiáticos sí son pacientes.
--Estás muy equivocado, respecto de nuestra supuesta paciencia--, me dijo categóricamente mi amiga china Jingjing (foto) en un mail en el que me informó que luego de ocho meses de matrimonio, no afortunado, ella estaba pensando en la posibilidad del divorcio.
--La paciencia asiática ha desaparecido en la nueva generación de chinos, en virtud de la independencia económica lograda por las mujeres en mi país--, continuó diciéndome con un dejo de orgullo, mi joven amiga radicada en Beijing.
Pero en sus palabras yo noté un poquito de pena, también. No pierdo de vista el hecho que ella es hija única, que llegó a la capital china sola a ganarse la vida como intérprete de inglés. Jingjing dejó su hogar en una provincia del norte y cada vez que va a visitar a sus papás a su pueblo natal, le significa 15 horas de viaje en un tren.
--Una de las razones de la pérdida de nuestra paciencia, creo, es el resultado de la política china de un solo hijo por pareja. Así un niño o una niña se convierten en el rey o en la reina de la familia, porque son únicos. De este modo sus padres hacen todo por ellos, cuando los llevan al colegio, cargan con sus mochilas. Así lo niños pierden la noción de cuidarse solos. No saben y, por tanto, tampoco saben amar. Terminan malcriados, amándose a sí mismos--, continuó Jingjing en su mail.
--Déjame volver sobre la idea de la independencia económica de la mujer. Hoy en día no dependemos de nadie. Podemos hacer lo que queramos. Ya no somos ni sumisas ni inferiores como antes. Eso es una nueva realidad en China.
En su último mail advertí que Jingjing, 27 años, estaba algo molesta porque había discutido nuevamente con su joven marido. La diferencia de opiniones --según ella--, se refería a que él no aceptaba que le dijeran cómo tenía que ser un dueño de casa. Parece que esa discusión rebasó el vaso y condujo a mi amiga a pensar seriamente en llevar una vida independiente.
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