Creo que la tv estará en condiciones de proporcionarnos información sobre sí misma en un futuro no lejano. Me refiero a la sintonía on line, cuántas personas la están sintonizando.
A propósito, un director ejecutivo de una estación eliminó el servicio para que los empleados del canal no lo tuvieran, porque parece que descubrió que era un asunto perverso. Creo que la justificación de la medida fue evitar tentaciones que distorsionen los programas. El primer efecto colateral: los periodistas de ese medio ahora se sienten desinformados, como si anduvieran a ciegas, respecto del impacto de su trabajo en el público. Por eso, llaman a colegas de afuera, o sea, de otros canales, para averiguar la sintonía.
La información on line, que entrega el sistema de medición llamado people meter, en una pantalla, es tan sabrosa, que los diarios despliegan sus variaciones, peaks, promedios, etc. Porque los lectores quieren saber. Algunos ejecutivos de la tv ven sus programas más concentrados en la pantalla de la sintonía, que en la pantalla que llega al público. Detrás de este interés existe el placer del triunfo, el gusto por las expectativas de más ingresos y una cuota de morbosidad. Cuando la sintonía baja, mejor hablemos de otra cosa.
Si la necesidad ─morbosidad─ existe y las capacidades tecnológicas están, bastaría con lograr arreglos legales, para que a algún operador de cable se le ocurra ofrecer este servicio a clientes que paguen. Podríamos pulsar un botón del control remoto y dar la contraseña para ver la pantalla del on line. Sabríamos, de primera fuente y en tiempo real, cómo va la cosa. Los periodistas que fueron privados del servicio ya no tendrían que preguntarle a la competencia. Bastaría con que llamaran a sus casas.
(N. de la R.: texto escrito el 2004)
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