Durante dos décadas --entre finales de los setenta a finales de los noventa--, los canales nacionales se preocupaban de informar a sus audiencias, bien o mal con o sin omisiones. Un telespectador promedio quedaba con un barniz de lo más importante en política, en internacional, en policía, en medio ambiente, en asuntos regionales, en espectáculos, en variedades y en cosas insólitas. Aquellos espacios incluían comentarios sobre política, tecnología, sobre hechos del exterior. Los editores de entonces enviaban equipos de reporteros a distintas partes, con el fin de estar presentes en la cobertura de noticias duras.
La excepción se daba sólo para los lanzamientos de un noticiario renovado. En esas fechas, los editores creaban espacios entre las noticias, para insertar temas propios, llámese un reportaje de una gira por el exterior, una o dos notas exclusivas de regiones.
Yo creo que ése fue el génesis de los “temitas propios”, como hoy llaman los editores a sus coberturas, apartándose de la agenda de interés nacional. Así, en los noticiarios abundan reportajes tales como el submundo de la droga, las pandillas que asaltan bencineras, la trata de blancas, el tráfico de baterías usadas, etc. Pero, no es extraño deducir que esta moda se haya originado en las llamadas "pautas blancas", generadas durante el régimen militar.
Los temitas propios tienen dos fuentes: los pensantes de una reunión de editores y los pensantes de los departamentos comunicacionales que asesoran a empresas, instituciones, corporaciones y el gobierno.
Un reportaje se puede fraguar en una oficina corporativa con periodistas y comunicadores, muy lejos de un departamento de prensa independiente. Los profesionales corporativos pasan el dato de su asunto de su interés, a un editor amigo y le ofrecen medios, movilización, hospedaje o imágenes para su realización. El editor le da vueltas al ofrecimiento y plantea la idea en reunión de pauta. Allí los pensantes barajan la opción de producir el reportaje ofrecido, al que agregan complementos y se arma el cuento: tenemos listo un temita propio.
De ese modo, los noticiarios de hoy se llenan de hechos de este tipo que se presentan con llamados rimbombantes: el oculto robo hormiga en los supermercados, la verdad detrás de las carreras clandestinas de automóviles y no sigo.
Hay editores arrogantes en los medios que desprecian las noticias de la agenda nacional, diciendo que no interesan a nadie. Así, privilegian sus hechos puntuales, que son fruto de su creación la mayoría de las veces. Pero, en ciertos casos, con clara influencia corporativa.
Los temitas propios interesan más al medio y a las corporaciones que a los millones de telespectadores. No niego que dan rating y que son rentables por lo extraño, las imágenes o el asombro pasajero. Pero, de eso no queda nada en los discos duros de la población. En vista de estas realidades, propongo crear dos noticiarios por estación de tv. Cuarenta minutos para “temitas propios” y diez minutos para los hechos que nos interesan a todos y que hoy son los grandes ausentes de las pantallas.
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