Thursday, October 13, 2022

PROFECÍA CUMPLIDA

 
            En Jeremías 33:22 se lee: «Así como no pueden contarse las estrellas del cielo, ni numerarse las arenas del mar...», el profeta nos remite a la promesa de Dios de multiplicar la descendencia de Israel. Jeremías escribió este texto cerca del año 500 antes de Cristo, cuando ni se soñaba que algún día existirían los telescopios para mirar el cielo. A Jeremías le fue revelada esta incapacidad humana para llevar la cuenta de todos los astros del universo, que ya era imposible enumerar mirando el firmamento solamente a ojo desnudo. Debieron transcurrir 2.100 años para que Galileo construyera el primer telescopio en 1609. Y de ahí hasta nuestros días el desarrollo técnico de la observación estelar ha aumentado exponencialmente. Entre más vemos más y más estrellas aparecen. Y no sólo estrellas a las que estamos acostumbrados en nuestras cercanías, sino galaxias.

             Las observaciones científicas del cielo nocturno resultan realmente asombrosas, porque eso que nos muestran los telescopios en puntos muy diminutos del firmamento, reducidos a la superficie de la cabeza de un alfiler, son centenares de miles de galaxias. Cada una de ellas contiene un promedio de 200 mil millones de estrellas. O sea, esa cifra hay que multiplicarla por todas las galaxias que aparecen en las fotos más todas aquellas que todavía no han fotografiado. Es una locura. 

          El profeta Jeremías lo afirmó con certeza y lo dijo en los albores de la civilización, alrededor de 2.600 años atrás. Pudo perfectamente haberlo dicho hoy mirando un pantalla de computador, así como usted o como yo. Nada más que verdad hay en el contenido de sus palabras. Profecía cumplida. 

JEREMÍAS (650-585 aC, profeta del Antiguo Testamento), fresco del Renacimiento Italiano en la capilla Sixtina, Vaticano, pintado por Miguel Angel Buonarotti en 1511.
 

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