Sunday, October 02, 2022

DOBLECES DEL ALMA

         
           El alma es el espíritu que anima a la materia. Un ser vivo elemental tiene espíritu de vida, ése que pone en movimiento al conjunto de materia perfectamente organizada que es el cuerpo. Sólo por esta causa un ser vivo básico vive, busca comida, come, duerme, se reproduce...

          Pero el alma que me interesa es aquella que nos anima a los seres humanos, que pone en acción al conjunto de células que nos constituyen. Sin esa alma seríamos un cuerpo muerto. Todos los corpúsculos desde moléculas, átomos y partículas subatómicas que integran una célula y los millones de éstas que componen el cuerpo no serían capaces por sí solos para dar origen a un ser humano: conciencia de su propia existencia, su historia, sus sentimientos, etc. Estos ingredientes no materiales –que nos permiten diferenciar a un ser humano de entre los seres vivos– no los encontramos en la materia, no están enredados entre los átomos... son el fruto de un alma.

           Pues bien, ¿qué es el alma y de qué está hecha? Misterio. No lo sabemos, sólo entendemos que se trata de un soplo divino. Es que no hay otra explicación, no tenemos por dónde comenzar a investigar para obtener un resultado que nos permita definir el alma y demostrar sus componentes. Es un intangible, un valor vivo que no encontraremos jamás en las ciencias, ni en las matemáticas más abstractas. Simplemente es.

           Sin embargo, podemos hallar algunas características del alma, por ejemplo que una sea transparente y que otra sea opaca. Lo advertimos en la mirada de las personas. Sus ojos nos remiten al alma y podemos deducir cuán diáfano es su espíritu. También podemos emplear otro valor en vez de la transparencia, por ejemplo la tersura. Un alma bella es como una tela recién planchada, sin arrugas. Un alma ofuscada sería una tela con dobleces. Y el peligro de los dobles es que allí se pueden esconder cosas malas: rencores, odios, traiciones, etc. que están esperando el momento para salir del escondite y actuar con pésimos resultados para el semejante al que se dirigen como para dañar cruelmente a quien las ha emitido.

           Mi última línea para concluir: limpiemos esos dobleces de nuestras almas. Si no es lo tersa que quisiéramos, al menos no permitamos que cosas vergonzosas se nos escondan detrás de las arrugas.

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