Monday, July 11, 2022

LOS LIBROS VUELAN, SUS AUTORES NO

          Tal vez no sea una buena idea conocer en persona al autor o la autora de los libros o textos que nos producen agrado. Es mejor quedarse con eso que está escrito, con las oraciones, la polifonía de las palabra empleadas, los contenidos que nos evocan, que nos brindan placer. Porque el texto adquiere peso por sí mismo, se desprende de la persona del autor y reside mucho más en el lector que lo interpreta. Mejor usted no se esfuerce en conocer a los autores porque se puede desilusionar.

ANATOLE FRANCE
           Sobre este asunto se ha escrito mucho. Pero, mejor veamos un ejemplo que extraigo de la ficción, del segundo libro contenido en la hermosa obra «En Busca del Tiempo Perdido», de Marcel Proust. El tomo al que aludo es «A la Sombra de las Muchachas en Flor». Aquí, Marcel, el protagonista adolescente, confiesa su admiración por los libros escritos por Bergotte, su autor favorito dentro de la trama de la novela. Sin embargo, cuando lo conoció en persona, Bergotte no era ni la sombra de como él se lo había imaginado. Siempre creyó que era un viejo sabio y resultó que no, que era joven, pretencioso y de aspecto vulgar.

         Sobre este pasaje desalentador en la vida de Marcel, éste piensa mientras lo observa: «Inmediatamente sus libros comenzaron a decaer en mi opinión arrastrando en su caída todos los valores de lo Bello, del Universo y de la Vida, hasta quedar reducidos a la categoría de mediocre diversión del hombre de la perilla (Bergotte)».

       Es cierto que después el escritor ficticio recupera su estampa creadora, pero la primera impresión devastó los pensamientos del joven Marcel. Con posterioridad se ha dicho que el modelo que siguió Proust para crear a su exitoso, agudo y a veces prosaico escritor de ficción, fue en la realidad el escritor francés Anatole France.

      Parece cierto: no conozca al narrador.

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