La Navidad en el hemisferio norte huele a aire tibio encerrado y a fruta seca, a diferencia del nuestro, que huele a helados, frutillas, cerezas frescas y brisa vespertina.
El árbol de Navidad allá es turgente y húmedo, con un poco de barro mojado y pasto seco en el tronco. Acá, los abetos pascueros o ramas de pino, tienden a ponerse mustios al tercer día de soportar la carga de adornos. Entonces despiden un olorcito a hojas secas.
En el norte, la navidad sabe a turrón, galletas de miel y pan dulce con fruta confitada. Acá, el sabor es a champaña y helado de piña y tutti fruti con crema helada.
Estas son percepciones propias de las estaciones frías y cálidas de las fiestas de fin de año.
Diciembre tiene un encanto, aunque también stress y nerviosismo. Es el mes en que todos andamos más apurados que nunca; pero también el mes de las noticias esperadas:
Irrumpe el verano, viene la Navidad y asoma el nuevo año. Son tres emociones distintas, el mes de los sabores, los olores y la alegría. Gracias diciembre por llegar tan pronto.
(Foto: Dieter «Didi» Senft lleva un abeto recién cortado y una sierra a través de un bosque de pinos cerca de Seddin, en el este de Alemania. La imagen fue captada por Michael Urban, DDP, vía AFP el 29 de noviembre de 2007. )
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