Hace años oí que los médicos eran más o menos certeros dependiendo de su género. En este sentido el pálpito femenino se convertiría en un plus para diagnosticar y para combatir enfermedades siguiendo un camino distinto al que intentaría un hombre. Se me grabó esto de las doctoras instintivas, quienes con la ciencia como base, se lanzaban a tratar los males humanos con el arma de su instinto.
Esta propiedad psicológica, vinculada a las emociones, también ha sido objeto de estudios. Así, entonces, existe un instinto gregario, uno de supervivencia y otro de reproducción; añadiendo algunos estudiosos un cuarto instinto: el religioso.
Por lo que he averiguado, ningún investigador ha incluido en la clasificación científica el instinto político.
En consecuencia como no hay asidero, hoy en día presenciamos una polémica por la afirmación de nuestra Presidenta, quien declaró que su tincada le decía “no pongas en marcha el Transantiago”. Ella es médico y mujer, o sea tiene el plus para diagnosticar con un poquito de más certeza que un hombre.
Pero, no hay que mezclar las cosas, el rol de médico instintivo valdría para las enfermedades, no para la cosa pública. Por eso, nuestra Presidenta es objeto de fuego cruzado desde adentro y desde afuera.
No se puede gobernar para tanta gente siguiendo el dictado de los instintos. Lo más aconsejable es seguir el método científico. Las tincadas hay que dejarlas para jugar al Loto.
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