Es comprensible el temor y el nerviosismo de los ayseninos por las fuerzas de la naturaleza. Quieren salir de allí, dejar sus casas, sus vidas y sus historias. No es para menos, por los fuertes temblores y las olas gigantes. Por experiencia y por cultura chilensis, sabemos de eso, que no es agradable vivir con esa tremenda presión sobre los hombros.
Me sorprende la pasividad de las autoridades y del resto país frente al drama de nuestros compatriotas. Los primeros se han enfrascado en una lucha política, olvidando el dolor de esa gente, más preocupados de ellos mismos. No han sabido llevar aliento, optimismo, energía. No han levantado al país en una gran cruzada de solidaridad. No han organizado nada comunicacional, de contenido humano para aliviar las tensiones de nuestros sufridos ayseninos.
Cuando digo que el país no se ha inmutado, me refiero a los medios de comunicación. No han ideado, por ejemplo, secciones con saludos de personajes, del pueblo, de trabajadores, de profesionales, para enviarlos a través de las pantallas de manera que los sureños se sientan acompañados y noten que todo Chile los apoya en su sufrimiento. ¿Por qué los noticiarios centrales no terminan su edición cada noche con una voz de aliento, con testimonios reales de tanta gente que quiere ayudar, que quiere mandar cariños, besos a estos ayseninos abandonados?
En Estados Unidos, por ejemplo, la cadena AFN, envía periódicamente saludos a sus soldados en ultramar, de actores de cine, de políticos, de gente común, choferes de taxi, vendedores de supermercados y una infinidad más, para levantarles la moral.
En este sentido, me preocupa este atolondramiento nacional, esta insensibilidad de quienes tienen la manija de los medios de comunicación, de los pensantes sentados en escritorios en La Moneda. Es lamentable. Por esta razón se me viene a la memoria esa canción de Joan Manuel Serrat, con letra de Mario Benedetti: “El sur también existe”. Saludos amigos anónimos de Aysén. Aquí va un trocito de la canción:
Pero aquí abajo, abajo, cerca de las raíces donde la memoria
ningún recuerdo omite y hay quienes se desmueren, y hay
quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un
imposible que todo el mundo sepa que el sur,
que el sur también existe.
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