Wednesday, June 10, 2009

EDISON GRANDÓN NARRÓ EL TERREMOTO DE VALDIVIA












       Los temblores no cesaban, venía uno, sobrevenía otro. Dormíamos a saltos, con los zapatos puestos para salir arrancando. La luz se cortaba, el pueblo quedaba a oscuras y el viento norte rugía en los techos y en las ventanas. El aguacero arreciaba. Me sentía aterrado. Nuestra radio portátil Grundig, que usaba seis pilas, era el único contacto con el mundo y nuestro consuelo. Sonaba bajito, sin fuerza. Captaba las ondas largas de las emisoras de Concepción. Era la medianoche, justo la hora en que las radios cesaban sus transmisiones. En esos días de mayo de 1960, antes del término de la jornada, radio Cóndor cedía espacio a un despacho periodístico de un enviado suyo al epicentro. En vivo, por teléfono, desde Valdivia, donde también llovía a cántaros y temblaba aún más, una voz de timbre grave se oía a la distancia. Era una voz segura que nos informaba con naturalidad, sin miedo, como un amigo. Era el reportero Edison Grandón Castillo con un relato objetivo de aquello que para nosotros, niños de entonces, era algo monstruoso. Yo sentía confianza de nuevo. Su despacho radial me devolvía el alma.

     Años más tarde lo conocí en persona y tuve el privilegio de trabajar con él. Incluso alguna veces lo reemplacé en el reporteo. Le conté de esas emociones que despertaban en mí sus despachos de las amenazas de desborde del Lago Riñihue. Él se reía y me contaba detalles de esa experiencia reporteril. Oírlo en vivo ahí frente a ti era como estar ante tu ídolo. Se lo dije con todas sus letras y nos reíamos ambos.
Edison Grandón en una reunión social de El Diario
Color de Concepción.

    Hoy me he informado de su muerte ocurrida en su casa de San Pedro, en Concepción. Pienso en su persona y en su familia. Pero, pienso también en esa comunicación épica del terremoto, su voz firme, valiente, llena de paz, seguridad y convicción. Así lo sentí entonces y lo recuerdo. No dudo que mucha gente que lo escuchó también percibió de él la misma fortaleza, ese temple interior para enfrentar a las fuerzas de la Naturaleza, aunque debajo de los pies bailara la tierra. Edison cultivó el bajo perfil en su vida profesional. Pero, en quienes lo admiramos por su valor de hablar tranquilamente en medio del terremoto y del sufrimiento reconocemos en él su formidable aporte y esa capacidad de decir sin decirlo: calma muchachos, pronto volverá la normalidad. ¡Eso era lo que yo quería oír de un periodista cuando me sentía abismado por el miedo! Gracias Edison por todo.

2 comments:

SILVIO BENJAMIN said...

es bueno recordar. también recuerdo la pausa, la tranquilidad de edison en nuestros reporteos diarios en los pasillos municipoales o en la intendencia penquista. lamentemos su último viaje, pero recordemosle en toda su valía.

SILVIO BENJAMIN said...

es bueno recordar. también recuerdo la pausa, la tranquilidad de edison en nuestros reporteos diarios en los pasillos municipoales o en la intendencia penquista. lamentemos su último viaje, pero recordemosle en toda su valía.