Tal como usted o usted, yo tenía ganas de ver y oír a Ennio Morricone dirigiendo su gran orquesta y coro, en la interpretación de sus propias creaciones que evocan grandes producciones cinematográficas, en especial aquellas llamadas spaghetti westerns, durante su actuación en Santiago de Chile. Pero, me quedé con las ganas.
¿Por qué? Porque los organizadores idearon el reparto de boletos para el espectáculo a través de Internet. Y para eso dieron la dirección, URL, y establecieron una fecha y hora para el inicio de las solicitudes.
Y cataplum, en un par de minutos los boletos de acabaron. No hay más, señores. No hay más, no insistan.
Abajo, Ennio Morricone, en su presentación de Santiago.
Un recto pensamiento concluiría que la demanda simultánea fue de tal magnitud, que ocurrió lo que tenía que ocurrir. Sé de personas que intentaron ingresar al sitio web a lo menos media hora antes y no pudieron. Cuando llegó el momento publicitado la respuesta fue “ñet”.
Yo no hice siquiera el intento, intuyendo que así sería la cosa, que el sistema colapsaría. Pero, adonde quiero llegar con este texto es a la sospecha –mera sospecha, nada más--, que los boletos se hicieron humo mucho antes.
Por el método que se estableció, ni el mismísimo Clint Eastwood habría sido capaz de obtener un ticket, a menos que hubiera echado mano a su Colt 45.
1 comment:
Estoy plenamente de acuerdo contigo. Fue un verdadero fiasco estoy de "repartir entradas por internet". Te cuento que fui una de las miles de personas que estuvo intentando ingresar a ese sitio, pero fue inúltil. Una lástima, me quedo con tu misma sospecha, esto tal vez ya estaba cocinado.
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