Arthur C. Clarke, uno de los escritores de ciencia ficción más notable del siglo XX, especialmente por su capacidad de anticipación, nos ha dejado una enseñanza sobre las predicciones:
«Prefiero presentarme como un extrapolador y no como un profeta. Intento anticipar futuros posibles sin dejarme tentar por la videncia».
Tal vez por eso nadie llamó gurú a este extraordinario escritor británico fallecido esta semana en Sri Lanka.
Algunas de sus predicciones, a partir de su sensibilidad sobre las señales del mundo futuro, no lo satisficieron del todo:
«La investigación en inteligencia artificial no fue tan lejos como yo pensaba».
En este campo, fue capaz de imaginar el desarrollo de las computadoras, hecho que quedó expresado en su famosa obra 2001, Odisea del Espacio. Que una computadora fuera capaz de rebelarse y planificar sus propias acciones causó un fuerte impacto entre los amantes por avizorar el futuro. ¿Se frustró Clarke porque eso no ocurrió en la realidad?
El escritor cumplió 90 años en diciembre pasado. Durante la celebración dijo que esperaba que pronto se supiera de la existencia de vida inteligente en el espacio exterior. Este deseo no es exclusivo de un profesional de la ciencia ficción, lo comparte mucha gente. Pero, no adelantó ni luces ni pistas.
Sin embargo, el mensaje más valioso de su último cumpleaños tenía que ver más con el destino final de nuestro planeta. «Por favor, que las generaciones venideras usen combustibles menos contaminantes».
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