No me sorprende que los chilenos hayamos obtenido tan baja calificación en historia y actualidad, según una encuesta de Fundación Futuro.
Una primera reflexión sobre tan vergonzosa marca es echarle la culpa a la educación: que los programas que se imparten no profundizan, que la calidad de los profesores no es la adecuada, que faltan bibliotecas, que los chilenos no leemos.
Ése es un buen argumento para una crítica simplona. Pero, en el fondo es un discurso pobre. Amigos, seamos honestos y no nos quedemos en eso.
La educación no formal y su sombra: el aprendizaje, no residen en el aula, llámese formación escolar básica, media o superior. En un gran porcentaje –supongo, verdaderamente importante, aunque no tengo cifras--, yacen en los medios de comunicación.
Si convenimos en este asunto clave, llegaremos a la conclusión que los chilenos calificamos bajo en los conocimientos de ese encuesta porque los medios no los entregan.
¿Cuántas horas pasa un joven frente a una pantalla de televisión?, muchas. ¿Y un adulto? ¿Y un niño? Esa información existe y, repito, son muchas horas.
Los medios de comunicación, en particular la TV, no informan en sus noticiarios. Entregan una visión deformada de la realidad en que lo relevante son los hechos policiales. Y eso difícilmente lo podríamos tipificar como actualidad, en el correcto sentido del término. De allí que la gente que quiere informarse tiene que buscar las pistas actuales en algunos diarios, revistas e internet y el porcentaje de chilenos que leen esos medios es bajísimo. El grueso de la población, Chile entero, ve tele.
De modo que planteados mis puntos de vista concluyo que los responsables del desconocimiento y la deformación, que Fundación Futuro presenta como ignorancia, no son los libros ni la educación formal, son los medios.
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