Monday, July 30, 2007

GABRIELA EN LA ENCRUCIJADA KAFKIANA

KAFKA

       Puede haber algo en común entre Gabriela Mistral y Franz Kafka. Creo, que se refiere a publicaciones póstumas.

        Kafka editó sólo algunas cosas menores, pero escribió mucho más que eso. Lo más importante de la obra del gran escritor checo se conoció después de su muerte y contra su voluntad. En 1924, cuando ya presentía que moriría, le pidió a su albacea, Max Brod, que destruyera los manuscritos. Su mensaje, diríamos, fue: “no publiques nada. Rompe todo lo que haya salido de mi pluma”. Y Brod aceptó hacerse cargo del material, pero le había advertido a su amigo Kafka que primero revisaría esos escritos y quién sabe. O sea, se comprometió a medias a cumplir ese deseo. 
    Brod publicó. Y fue gracias a esta "desobediencia" que la humanidad tuvo la posibilidad de conocer una obra extraordinaria.
    Con nuestra Gabriela Mistral podría ocurrir lo mismo. Porque ella dejó unos manuscritos y uno documentos literarios en Nueva York. Para cualquier editor, textos inéditos producidos por un Premio Nóbel son una tentación. Más de una institución quisiera ganar dinero patrocinando una publicación de este tipo. Pero, lo que no nos consta es que ese material sea buena poesía. Si la misma Gabriela no quiso darlas a conocer en su momento, tendría razones, por ejemplo, pensar que ese material no merecía la pena.
    De todas formas ya se han oído voces poderosas. Ignacio Valente, por ejemplo, les envió un mensaje a Luis Vargas Saavedra, a cargo de la investigación en Nueva York, y al propio rector de la UC, Pedro Pablo Rosso, que tuvieran mucho cuidado con ese material póstumo. La sola opinión del cura crítico literario –que considero muy autorizada– debe tener a este último bien complicado porque la idea de ganar dinero es también una opción válida. La disyuntiva de Rosso sería entonces publicar o no publicar, o sea, un buen problema kafkiano.

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